jueves, 20 de mayo de 2010

Nuestros museos

Por Jorge Castañares
Mayo 2010

Con frecuencia me gusta visitar los museos de la ciudad de México, pero también, cuando tengo oportunidad lo hago en los lugares donde me desplazo por razón de turismo u otro motivo.

Esta ciudad, de acuerdo al Atlas de infraestructura cultural, CONACULTA, México, 2003, cuenta con alrededor de 127 museos, es decir es el mayor número de recintos en el país. En contraste, Tabasco, de donde soy originario tiene alrededor de 26 y Campeche, a pesar de que su capital fue declarada patrimonio de la humanidad por UNESCO, mucho menos.

Destaca en la misma fuente de referencia, que la temática más frecuente de los museos es la arqueología y la historia y el arte y que el mayor número tiene un carácter público, es decir, opera con recursos gubernamentales.

En esta ciudad, cabe mencionar, por sus instalaciones, acervos, exposiciones y número de visitantes, a los tres grandes museos nacionales: Antropología, de Historia y de Arte. Estos son obligada referencia de otras instituciones. Sin pretender restar importancia a la existencia de muchos otros museos relevantes en ciudades importantes del país: el MARCO en Monterrey, el Museo de Antropología de Xalapa, el Museo Amparo de Puebla, el Centro Cultural Sto. Domingo de Oaxaca, el Regional de Querétaro, el Museo Regional de Antropología de Yucatán, el Museo Pedro Coronel de Zacatecas, etcétera.

Por desgracia, el número de museos estatales está lejos de reflejar un mayor interés cultural, ya que muchos de ellos muestran grandes carencias en su funcionamiento, descuidos deplorables en sus instalaciones y falta de recursos para ampliar sus acervos. Además, de que muchas veces sus guiones expositivos están enfocados a cubrir una temática local.

En el caso específico de Tabasco, se tienen tres museos que podríamos considerar de interés nacional e internacional. Dos de ellos tienen temática arqueológica: el Museo de la Venta y el de Antropología “Carlos Pellicer Cámara”. Este último está en proceso de reestructuración, después de un prolongado abandono. El tercer museo relevante, inaugurado no hace mucho, está dedicado al público infantil: el Museo del Niño “Papagayo”.

Aparte de los recintos mencionados, los demás museos distan mucho de contar con los elementos de interés, que favorezcan las visitas frecuentes de los diversos públicos, salvo quizás, por un interés de carácter personal que responda a razones de estudio o de nostalgia.

Ante esta situación, los números relativos que buscan ubicar la importancia de la oferta de estos recintos, no parece ser relevante: número de museos, población por museo, localización geográfica, etcétera.

En muchas ocasiones he escuchado las propuestas de distinguidos artistas de establecer nuevos museos. Esto, aunque meritorio, olvida la necesaria previsión de recursos que tiene que estar detrás de estas iniciativas. En muchos países, los privados se organizan a través de diversas instancias para apoyar la creación y operación de sus museos. En nuestro país, ya se cuentan con museos que involucran esfuerzos conjuntos públicos y privados como el Museo de Arte Popular u otros que están directamente en manos de instituciones privadas como el Museo Dolores Olmedo, el Franz Mayer o la Casa de la Bola. Sin embargo, la gran mayoría opera con recursos públicos, los cuales son los primeros en sufrir recortes en las crisis presupuestales.

México, es el país, que en el continente americano, tiene el mayor número de sitios declarados patrimonio de la humanidad, por lo cual contar con un circuito de museos relevantes no resulta ser una pretensión carente de sentido: la visita a un buen museo complementa la realizada a un sitio patrimonial.

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