Ciudad de México, diciembre de 2018
La sustitución de los símbolos del poder
El nuevo
gobierno anunció y está llevando a cabo terminar con varios símbolos asociados
a la Presidencia de la República: hacer de la casa presidencia de Los Pinos un
museo abierto al público, prescindir del Estado Mayor Presidencial y vender el
avión presidencial adquirido durante el gobierno de Calderón.
En
muchos casos, me parece que el deseo de sustituir a los símbolos puede
coexistir con la consideración de otras alternativas. La residencia, se ha
dicho tenía una extensión 14 veces mayor a la Casa Blanca y servía no sólo de
morada del presidente en turno sino también de oficinas, salones para muchas de
sus reuniones, banquetes, conferencias de prensa, etcétera. La pretensión de
convertirla en museo me parece improvisada, ya que crear un museo no es sólo poner
una placa sino que implica muchas cosas más que pueden incluir los actuales
recorridos por las casas y jardines pero también contar con una museografía y definir
que se pretende mostrar en su interior. En cambio, si el nuevo presidente no
quiere habitarla puede, sin embargo, utilizar sus instalaciones para
actividades de su agenda de trabajo ahorrándose el gobierno la renta de otros
espacios.
La
desaparición del Estado Mayor Presidencial, con un presupuesto que llegó a
presentar casi la mitad del asignado a la Oficina de la Presidencia y que
realizaba funciones de protección, inteligencia y facilitador de los actos del
mandatario en turno, además de símbolo se empareja con el propósito de la
austeridad, aunque sus integrantes deberán regresar al ejército, la marina y la
policía federal donde sin duda seguirán percibiendo un ingreso. Las funciones,
quizás en un nivel más modesto, no se necesitan 159 elementos para cuidar al
presidente y su familia (el agrupamiento en total tenía 1869 integrantes), van a
tener que ser retomadas por un grupo más pequeño de gente calificada y bien
pagada, ya que el pueblo no creo que esté preparado para desempeñar estas
tareas a pesar de la mejor voluntad que tenga para ello.
La
venta del avión presidencial, comprado en el gobierno de Calderón y estrenado
por el siguiente gobierno, fue sin duda una adquisición ostentosa frente a
muchas otras necesidades, se señala que su costo fue de 218.7 millones de
dólares, la venta ya está en proceso y probablemente no será un buen negocio
dada que parece que en el marcado no es muy atractivo para este tipo de aviones.
Sin embargo, se ha dicho que también el mismo destino tendrá la flotilla aérea
presidencial que incluye otras naves menores y helicópteros, lo cual me parece
una decisión precipitada dado que las mismas son compartidas por varias
dependencias federales y pueden ser también utilizadas en casos de emergencia
cuando se requiere disponer de ellas sin mayores trámites.
En
sintonía, con esta sustitución de símbolos la nueva jefa de gobierno se dijo
sorprendida porque encontró su nueva oficina con ventanas y puertas blindadas,
por lo que procedió inmediatamente a retirarlas, ya que adujo no tiene miedo
del pueblo. Sin embargo, su retiro tiene un costo y además dónde se pondrán las
mismas, lo más probable es que terminen abandonadas en algún almacén del
gobierno, lo que significa dinero tirado a la calle. Además, señaló que el
edificio de la Jefatura de Gobierno se convertirá también en un museo, primero
parece que la planta baja y posteriormente los otros pisos. Esto quiere decir
que se mudará pronto a otro espacio, no sabemos si rentado o propiedad de la
ciudad. Se dice que el museo se llamará virreinal, aunque ya existe uno en Tepotzotlán
con una impresionante colección que dudo posea el gobierno capitalino.
En
fin, veremos en los próximos días o semanas qué decisiones toman los nuevos
secretarios de estado o gobernadores para sustituir símbolos conforme están
haciendo autoridades de otros niveles y ámbitos. No digo destrucción de
símbolos, ya que en mi opinión están sustituyendo los que se identifican con
los gobiernos del pasado por los que quieren que ahora los ciudadanos los
identifiquen tales como la modestia, austeridad, cercanía con el pueblo y
desinterés por la parafernalia asociada al poder. Finalmente, cabe agregar que
esto tampoco está asociado a lo que indebidamente se está llamando un cambio de
régimen, ya que el nuestro está señalado en la Constitución como república
federal, democrática, representativa y con división de poderes y hasta el
momento ésta no sido modificada.
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