lunes, 19 de noviembre de 2018

Una autora de intrincadas tramas



                            Ciudad de México, noviembre de 2018


Carla Guelfenbain, Contigo en la distancia, Alfaguara, 2015


El título de la novela proviene de una famosa canción del cantautor cubano César Portillo de la Luz, que la escribió en 1946 y ha sido interpretada por famosas voces, probablemente alude a la relación sentimental de dos de los personajes principales que perdura a pesar de la distancia geográfica entre ellos.

El personaje principal de la novela es Vera Sigel, judía ucraniana emigrada a Chile huyendo de la persecución nazi; en torno a ella se mueven personajes menores como Horacio Infante, Daniel, Emilia, Gracia, Julián, Manuel, etcétera

La novela está ambientada en Santiago, en un tiempo reciente, donde se contemplan como fondo los paisajes de la Cordillera nevada de los Andes, el cerro de San Cristóbal, se notan los cambios del clima, se señalan los amaneceres y atardeceres espectaculares, se describen algunos barrios, la vida urbana, la sociedad chilena, etcétera.

El argumento se construye en torno a la poderosa figura de Vera Sigal, quien se casa con un rico empresario, conoce al poeta Horacio Infante, con quien tiene una larga relación y posteriormente se convierte en una notable autora de cuentos, novelas y ensayos periodísticos, que son objeto de la crítica local e internacional.

Daniel y Emilia la conocen, ya en sus años maduros; el primero será su confidente y la segunda, una admiradora de su obra, quien descubre al final ser su nieta (Julián el único hijo la había engendrado cuando su madre Perla, ya casada vivía en Niza, donde estudiaba astronomía).
La autora desarrolla la novela a través de una construcción rica en reflexiones sobre la vida, con presentes y regresos al pasado que nos darán pistas sobre los personajes; se tiene cierta dosis de suspense en torno al accidente que sufre Vera Sigal, aunque no se llega a desentrañar totalmente sus causas (“Nunca sabría la verdad de lo ocurrido en la casa” declara Daniel). El lenguaje es rico, seguro y logra que el lector no se pierda en el mundo a veces intrincado que nos describe con extraordinaria habilidad la autora.

El libro se estructura a través de tres grandes segmentos e infinidad de pequeños capítulos que llevan los nombres de los personajes que los narran Daniel, Horacio y Emilia.

La novela, aunque la autora reconoce que es una ficción, señala también que incluye mucho de la vida de Clarice Lispector, famosa escritora brasileña de origen ucraniano y en la suya propia, de la cual sabemos que es hija de una profesora de filosofía de la Universidad de Chile, que estuvo casada con un productor televisivo y que tiene dos hijos. No se tienen, de manera extraña, antecedentes del padre. La larga dictadura chilena (1973-1990) es sólo objeto de una breve referencia: la detección de Vera Sigal y otras dos compañeras, una de las cuales es asesinada.

La obra, Premio Alfaguara de novela 2015, nos sumerge en la intrincada relación de varios personajes, retratados con gran habilidad por la autora a través de Daniel, Emilio y Horacio, que nos revelan las rivalidades que se dan en el medio intelectual (Vera-Horacio, Daniel-Gracia) que acaban por desplazar a los grandes afectos (amores y desamores); las soledades que los van aislando física y mentalmente y las incertidumbres que los llevan por nuevos caminos, experiencias de vida, hasta cumplir con su propio destino. No me deja sorprender que existen muchas coincidencias de vida, que juegan a favor de la trama de la novela: Emilia (la nieta), Julián (el hijo), Perla (la esposa infiel), el fugaz encuentro de Vera y Emilia, etcétera.

Por último, en la novela hay varias referencias astronómicas, conectadas al trabajo de los padres de Emilia, pero que de alguna manera se empatan a las personalidades de la gente: estrellas invisibles, galaxias perdidas en el espacio, constelaciones que atraen o que repelen, etcétera.

1 comentario: