sábado, 15 de septiembre de 2018

Incertidumbre en torno al nuevo acuerdo comercial México-Estados Unidos


Ciudad de México, septiembre de 2018




Lo que sabemos del Acuerdo Comercial México-Estados Unidos



Por el momento, lo único que tenemos es un acuerdo comercial entre México y Estados Unidos como la versión moderna del viejo TLCAN, que el presidente Trump definió durante su campaña y ya en el gobierno como el peor acuerdo negociado por su país. Su aversión va incluso hasta darle un nuevo nombre al futuro tratado.

El presidente Trump se apresuró, como es su estilo e instinto, a anunciarlo el pasado 27 de agosto, con gran cobertura de medios y con la presencia de los negociadores mexicanos; posteriormente, notificó al congreso, conforme a la facultad que el mismo le concedió, que había un acuerdo con México al que se sumaría en el futuro, “si era su deseo”, Canadá (la autoridad fija un periodo de 90 días para notificar al congreso de la firma de un tratado dentro del cual se incluye el envío del texto definitivo del documento).

Algunos legisladores han señalado que la autoridad que tiene el presidente estadounidense es para negociar un acuerdo trilateral, no para hacerlo solo con México por lo que rechazarían autorizarlo. Además, las asociaciones empresariales e importantes empresarios de Estados Unidos se han manifestado por un acuerdo que incluya también a Canadá su principal mercado de exportación y segundo socio comercial después de China.

A partir del publicitado acuerdo con. México, el gobierno canadiense reinició la negociación con Estados -Unidos, con lo que se entendió que Canadá puede sumarse al primer acuerdo referido en el plazo de 90 días como máximo, aunque mañosamente el presidente Trump quiso imponerle una fecha límite para hacer que los canadienses se plegaran a lo que llamó groseramente “sus propios términos”, ya que no aceptaría concesiones para los “ventajosos” canadienses.

En nuestro país se dieron a conocer, cuando menos hasta lo que sabemos por el momento, los términos del acuerdo (que se debería definir como preliminar dado que no está cerrado con Canadá), que tanto el gobierno (actual y como testigo, el electo) como dirigentes empresariales han reconocido (cuando menos estos últimos) que sin ser las óptimas han logrado mantener las condiciones de acceso al mercado estadounidense. Sabemos que al gobierno de Trump le interesaba contar con reglas de origen en el sector automotriz más estrictas para limitar el acceso al mercado estadounidense (en su visión golpeado en cuanto empleos y producción por la desleal competencia externa), lo cual  logró ya que se elevó el contenido regional (se pasó de 62.5% a 75%), se hizo un contenido específico para piezas automotrices que sólo beneficia a Estados Unidos y Canadá (40-45% para regiones con salarios superiores a los 16 dólares por hora que está muy lejos que pueda incluir a nuestro país) y se firmaron lo que ahora se conoce como cartas paralelas que nos limitan a cierto monto de unidades (2.4 millones y  90 mil millones de dólares de autopartes a partir de cierto año) bajo el supuesto de protección contra los llamados aranceles por “seguridad nacional”, la nueva arma favorita del presidente Trump.

Adicionalmente, en previsión de futuras críticas al acuerdo por motivo de lo que se les pueda ocurrir, se incorporó además un periodo de revisión periódica de 6 años y una duración de 16 años para el acuerdo más amplio al que pretendía Estado Unidos y se dejó condicionado a lo que negocie Canadá y Estados Unidos los llamados mecanismos de solución de disputas, es decir, que, si este país no tiene acuerdo con Estados Unidos sobre este tema, pues también desaparecerían del texto del mismo.

A partir de anuncio del acuerdo con México, los negociadores canadienses se han reunido con sus contrapartes estadounidenses, bajo una continuada andanada de recriminaciones del virulento presidente Trump, sobre los temas que hasta donde sabemos tiene que ver con el sector lácteo, los mecanismos de solución de controversias y las salvaguardas para las industrias culturales. El primer ministro de Canadá manifestó que no busca una negociación en público en clara referencia a la verborrea vía Twitter de Trump y sólo aceptará un acuerdo que beneficie a los canadienses. La aguerrida ministra del exterior Freeland ha señalado que son temas complejos y que negociarlos requiere tiempo.

A partir de que Canadá logre algún acuerdo, si ello se produce en algún momento antes de los 90 días, los tres países deberán reunirse para llegar a un arreglo de manera trilateral y contar con un texto único que se enviaría al congreso en el plazo mencionado.

En este sentido, tal parece que estamos en una situación de incertidumbre a pesar del entusiasmo de algunos, ya que no obstante nuestro canciller haya manifestado que vamos con Estados Unidos “con o sin Canadá”, -la presión por acordar con el poderoso vecino a veces nos hace desdeñosos con los demás-, no sabemos si Canadá  podrá llegar a un arreglo con los estadounidenses, tampoco si el congreso va a aceptar un acuerdo sólo con México que permitiera firmarlo antes del término del actual gobierno de México, ya que la autoridad del presidente Trump es para un acuerdo trilateral e incluso qué destino va a tener el acuerdo bilateral o trilateral en el caso de un congreso (que deberá discutirlo para votarlo en bloque con un sí o con un no según la misma autoridad) donde las votaciones de noviembre permitan que  la mayoría a partir de enero pase de republicana a demócrata, un probable escenario según las elecciones primarias que se están celebrando en Estados Unidos.

1 comentario:

  1. La eterna lucha del poderoso contra el mas débil. Siempre será en terminos economicos esa supremacia y mientra el ser humano valore mas el dinero que su integridad e independencia se darán esos resultados ahora expresados en el personaje que nada menos es el presidente de la nación mas poderosa de la tierra.

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