Ciudad de México, agosto de 2018
Yuval Noah Harari: Homo deus, breve historia del mañana,
Penguin Randon House, México, octubre de 2016, pp.490
Homo
deus resulta ser la continuación de De animales a dioses (2014), por lo que
contiene referencias al primer libro de Yuval Harari aunque retoma y profundiza
los avances de la ciencia y sus efectos sobre el homo sapiens.
La
introducción del libro enumera las preocupaciones de nuestros antepasados: la
hambruna, la peste y las guerras. Estas, por fortuna, se han superado las
hambrunas son muy localizadas (ahora el problema parece ser la obesidad), el
mundo vive una era de paz aunque tenemos guerras periféricas y la incidencia de
las pandemias como la peste negra se han reducido significativamente (el Sida,
el ébola y la malaria persisten pero se conoce como controlarlas).
Las
preocupaciones de hoy están asociadas al problema de cómo vencer a la vejez,
hace frente a la muerte, ya visto más como un problema técnico y lo que ahora
se ha convertido en el derecho a la felicidad (antes era la búsqueda de la
felicidad).
Los
retos del presente siglo son: proteger al planeta de los peligros que nuestro
propio poder le puede ocasionar (el daño ecológico), garantizar la felicidad a través
de remodelar al homo sapiens y cómo este último adquiera nuevos poderes de creación
y destrucción.
El
ascenso de homo sapiens a homo deus se hará por el desarrollo de la ciencia: la
ingeniería biológica, la ingeniería ciborg y la ingeniería de seres orgánicos.
El
mundo se ha contagiado de la obsesión del crecimiento, este tiene que ser
constante, lo que encaja con la lucha por vencer la vejez, lograr la
inmortalidad y el derecho a la felicidad.
El
humanismo liberal es la opción que ha salido triunfante después que había sido
desplazada por el socialismo y lo que denominada socialismo evolutivo que
justificó las posturas racistas del nazismo y el fascismo de los años treinta y
cuarenta.
En
esta nueva dinámica nadie sabe dónde está el freno, aunque sabe que frenarla
puede derrumbar a la economía del mundo.
Los
planteamientos que contiene el libro, según Harari, pueden asustar por lo que
conviene a hacer algunas aclaraciones: no se hará por la mayoría, es una
predicción no un manifiesto político, buscar no es lo mismo que conseguir y se
pueden analizar las opciones actuales.
El
autor introduce la noción de algoritmo, señala que el hombre es también un
algoritmo y en este caso el mismo incluye los sentimientos, las emociones y los
pensamientos. Estos, según la misma fuente, se les puede llamar algoritmos
bioquímicos (u orgánicos).
En
palabras del historiador lo más parecido a una esencia humana es nuestro ADN y
su molécula como vehículo para la mutación.
Yuval
Harari se pronuncia por negar la existencia del alma; aceptar la teoría de la
evolución implica eliminar esta concepción al menos si pensamos que el alma sea
algo inmutable, indivisible y eterno; confiesa que los científicos están lejos
de comprender la conciencia pero que han identificado algunos rubros
bioquímicos; y finalmente, señala que la mente es un receptáculo para almacenar
recuerdos, planes y detona ideas e imágenes nuevas.
El
autor señala que la sociedad del homo sapiens ha avanzado con respecto a otras
especies por efecto de la cohesión, la vida social adquiere un sentido debido a
la red de historias que se cuentan unos a otros y que éstas tienen cierta
temporalidad, cuando las vemos hacia atrás nos llama la atención que las
hayamos tomado tan en serio.
En
el transcurso del tiempo la narración dio paso a la escritura, la cual fomentó
la creación de una realidad ficticia, se convirtió en un modo para describir y
remodelar la realidad.
El
surgimiento de los escritos sagrados, fusión de la ficción y realidad permitió
una mayor cooperación entre los homo sapiens.
Las
grandes ficciones (como los textos bíblicos), están constituidas por miles de
narraciones y cuando elegimos una de ellas, procedemos a silenciar a las otras.
En
el presente siglo vamos a observar la creación de más ficciones poderosas y
religiones totalitarias con la ayuda de las nuevas ciencias, con las que vamos
a moldear nuestros cuerpos, cerebros y mentes y crear nuevos mundos virtuales.
Los
mitos no van a desaparecer sino que van a servir para que la gente recomponga
una nueva realidad.
El escritor
hace referencia a las principales diferencias entre religión y ciencia.
La
religión señala de valores, la ciencia estudia los hechos: la ciencia no tiene
autoridad ni capacidad para refutar o corroborar los juicios éticos que emiten
las religiones, la ciencia sí en sus afirmaciones fácticos; la religión está
interesada en el orden y la ciencia en el poder.
El
autor se extiende en su explicación sobre la dinámica actual de crecimiento y
en sus impactos negativos sobre el medio ambiente.
El
historiador hace referencia a la importancia que tiene el humanismo: el hombre
fue salvado por éste y le dio sentido a la vida.
El
humanismo, afirma el autor, ve la vida como un proceso de cambio interior
gradual que lleva de la ignorancia al conocimiento por medio de la experiencia.
El
humanismo se despliega en tres corrientes: la liberal (votos y democracia), la
socialista (la comunidad sobre el individuo) y la evolutiva (proceso selectivo
que depure a la raza dejando a los más aptos).
El
liberalismo liberal después de venir a menos ha recuperado importancia en el
mundo actual.
Finalmente,
el autor hace el pronóstico que la ingeniería genética y la inteligencia artificial
acabarán por desgracia con el liberalismo, la democracia y el mercado libre.
El escritor
pone en entredicho el libre albedrío y el individualismo al afirmar que las
ciencias de la vida socavan el liberalismo y que el individuo libre es sólo una
ficción condicionada por una serie de algoritmos bioquímicos.
Los
algoritmos sin mente (por oposición a los orgánicos), afirma el autor, serán
capaces de enseñar, diagnosticar y diseñar a una nueva clase de seres humanos
mejorados. Esto descarta la creencia infundada de que los humanos siempre
tendrán el control. Sin embargo, no está por demás señalar que en su origen
estos algoritmos están siendo creados por el homo sapiens y más preocupante
desarrollados como sucede hoy en día por algunos piratas informáticos de las
redes.
En
este mismo sentido, el autor señala que los algoritmos externos acabarán
conociéndonos mejor que nosotros mismos, con lo que la creencia en el
individualismo se acabará y la autoridad pasará al algoritmo red.
El
mayor poder de los algoritmos sin mente se ve favorecido por la obsesión por la
especialización.
La
transferencia de la autoridad a los algoritmos se está dando, según el autor,
no como resultado de una decisión gubernamental sino debido a las múltiples
decisiones que estamos tomando en la vida diaria.
El
peligro es que los algoritmos expulsen a los humanos del mercado laboral, concentren
más riqueza y haya mayor desigualdad social.
El
autor introduce el término tecnohumanismo que busca el desarrollo de
determinadas capacidades mentales y que en consecuencia determine la formación
de nuevas mentalidades humanas.
En
la última parte el autor se aboca a estudiar a lo que llama la religión de los
datos.
La
vida va a girar cada vez más en torno a los datos, los humanos se avienen a
ello, ya que es la manera de formar parte de algo mayor y estar fuera de ello
implica de alguna manera perder el sentido de la vida.
La
nueva visión del mundo será data céntrica y facilita sin duda la obsesión por
la toma de decisiones, que el mismo autor reconoce como limitante de la misma
vida.
El
libro expone algunas ideas con las que coincido, aunque se mira como un
pronóstico me parece que su alcance va estar limitado al mundo más desarrollado
donde la gente tiene un mayor acceso a la ciencia. No dejo de reconocer el gran
optimismo que muestra el autor por el avance de la ciencia pero es preocupante
los riesgos que ello tiene a través del mal uso que se pueda hacer de nuestra
información personal (caso reciente de Facebook) que en esta descripción llega
a detalles que no hemos todavía vistos. Además de que los riesgos que señala de
alguna manera como inevitables me parecen preocupantes: desempleo,
concentración de la riqueza y desigualdad sobre todo para el mundo más rezagado
donde vive la mayor parte de la población. Tampoco estoy convencido que una
mayor dicha puede provenir de estar permanente conectado, controlado y seguro
de no cometer errores. Esto puede hacer la vida carente de interés para
cualquier género de humanos. Un mundo más aburrido.
Yuval Harari, un autor que hay que seguir leyendo; lo considero un filosofo de la actualidad, además no hay muchos de ellos.
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