Ciudad de México, enero del 2018
Zona Rosa: olvido e incierto futuro
Ya queda muy poco de la Zona Rosa, llamada
así porque no era ni roja ni blanca según una versión, que conocimos, ese
espacio de la vieja colonia Juárez delimitado por Insurgentes, Paseo de la
Reforma, Florencia y Av. Chapultepec que comenzó a ser frecuentado desde los
sesenta por artistas, hombres de negocios, periodistas, políticos y turistas
nacionales y extranjeros. La cultura francesa era todavía una referencia
importante para muchos: cafés, comida, cine, lecturas, vestir y modo de vida.
De los célebres restaurantes de antaño
Passy, Champs Elysees, Normandie, Rívoli, El perro andaluz, El Parador de José
Luis, Piccadilly Pub, La Calesa, Konditori, Fonda El Refugio, La Góndola sólo
queda Raffaello y Bellinghausen y un establecimiento de la cadena Angus. A su
alrededor proliferan franquicias de comida rápida que nos llegaron del vecino
del norte y algunas locales (Vips, La Casa de Toño, Bisquets Obregón, Chilis,
etcétera). Además, muchas cervecerías pobremente montadas que son ahora sitio
de reunión de jóvenes con pocos recursos y bares de mal aspecto con nombres
desconocidos que se anuncian como gay friendly.
De los grandes cafés de antaño: Duca
d´Este, Kinneret, Toulouse Lautrec, Auseba, Café Viena no queda ninguno. Se han
abierto nuevos: Terra Garat, Sanborns en Plaza Reforma 222 y en la calle de
Londres en los bajos del Hotel Geneve (el primero se abrió en la esquina de
Hamburgo y Niza), Starbucks en Plaza La Rosa y Café Emir en los bajos del Hotel
Century, la mayoría frecuentados por turistas, ya que los intelectuales se han
desplazado a otros puntos de la ciudad. En el distante pasado, en los primeros
cafés mencionados podía uno encontrarse a Juan José Gurrola, Octavio Paz, José
Carlos Becerra, José Emilio Pacheco, Luis Guillermo Piazza, Pita Amor, “La
China” Mendoza, Alejandro Jodorowsky y muchos otros intelectuales de renombre.
De las conocidas joyerías, platerías, tiendas
de ropa y zapatos no queda salvo la Casa Rionda. Ahora se tienen algunas nuevas
tiendas como Zara y Bershka pero proliferan sex shops, tiendas de ropa
estrafalaria y de variada bisutería para una clientela joven y de bajos
recursos.
Algunos comerciantes que buscan ingresos
rápidos y seguros han querido promover el área como destino de consumo del
público lésbico-gay aunque me parece grotesco que para ello se tenga que
recurrir a un pésimo gusto.
Por fortuna todavía hay algunos hoteles NH
(conocido también por la originalidad de contar con un teatro), Century,
Marriot (donde antes era el Aristos), Geneve (renovado con muy buen gusto por
el magnate Carlos Slim en homenaje a sus padres), City Express, Galerías Plaza,
Plaza Florencia y Royal, donde se hospeda turismo nacional y extranjero dada la
facilidad de comunicación que se tiene para desplazarse a diferentes rumbos de
la ciudad.
Además existe en los alrededores el famoso
mercado de antigüedades de la agradable Plaza del Angel que atrae todavía a
nacionales y extranjeros con sus muchas maravillosas tiendas y tianguis de
fines de semana.
La mayoría de los excelentes centros de
diversión que existían antaño como la discoteca cuyo nombre se me escapa que se
encontraba en la esquina de Génova y Hamburgo, La cueva de Amparo Montes, El
Señorial, Focolare, etcétera han cerrado ante opciones más atractivas en otras
partes de la ciudad.
Las muchas galerías que atrajeron a los
artistas plásticos, como al joven pintor José Luis Cuevas con sus happenings, a
la Zona Rosa han también desaparecido con excepción de la Arvil y Galerías
Cristóbal y dos más de reciente apertura.
De las librerías que existían para el
disfrute de los intelectuales de la época como la francesa, la de Cristal, no
queda ninguna aunque una cadena nueva El Péndulo abrió en la calle de Hamburgo
y una muy modesta sobrevive en la calle de Niza.
Muchas casonas de principios del siglo
pasado subsisten como la que albergó al muy frecuentado centro de enseñanza de
inglés de la calle de Hamburgo, algunas están muy deterioradas pero otras han
sido ya demolidas por nuevas construcciones de fachadas de acero y cristal que
rompen con las proporciones de altura y alineación de los edificios de antaño.
Finalmente, en el área se han abierto
muchos negocios de comida, proveeduría y otros giros conectados con la
comunidad coreana que por razones desconocidas comenzó a habitarla incluyendo
otras calles de la colonia Juárez desde inicio del presente siglo. El coreano
junto con el español son ahora los idiomas más hablados en la demarcación.
En la actualidad hay un intento de
recuperación urbana que incluye calles, banquetas, jardinerías y nueva
iluminación que tiene como propósito recuperar la imagen del lugar.
El gran sismo del pasado 19 de septiembre
afectó algunas construcciones, las autoridades han determinado la demolición de
algunos edificios y otros deberán ser reforzados.
Probablemente, la Zona Rosa que conocimos
ya no volverá porque muchas otras áreas de la gran urbe se han hecho atractivas
para la gente que acudía antaño a esta demarcación, pero quizás se puede
todavía revertir un deterioro mayor invirtiendo en mejorar su imagen y
seguridad. Hay que tomar en cuenta que Reforma, que está a un paso, se ha
convertido en una importante avenida de grandes edificios corporativos, hoteles
y departamentos para gente de alto ingreso, cuyos ocupantes pueden ser los
principales clientes potenciales del lugar.
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