lunes, 25 de septiembre de 2017

Terremoto 19/09/2017





Recuerdos del 85, el mismo mes y día, el mismo barrio de la Condesa y algunos de los mismos edificios.

Los edificios colapsados o dañados son los mismos que se reconstruyeron desde el 85, muchos de los cuales debían haberse demolido; no veo edificios nuevos caídos cuando menos en el barrio, quizás como resultado de las normas actuales de construcción aunque dicen que hay muchas fallas en su operación incluyendo la corrupción de las autoridades.

La vieja vecindad de Amsterdam, resquebrajada desde el 85, abandonada y ocupada ahora después de una cosmética recuperación, se ha colapsado finalmente. Nadie dijo o hizo algo para impedir que fuera ocupada. Los propietarios cobraban sin importarles el riesgo de los ocupantes. Estos la habitaban a sabiendas o ignorando los peligros.

La gente, en su mayoría jóvenes, se ha desbordado buscando ayudar pero sin saber a ciencia cierta en qué cosa, retiran escombros, encintan los alrededores de algunas construcciones dañadas, dirigen el tránsito vehicular, advierten sobre fugas de gas, orientan a la gente aunque muchos jamás habían estado en el barrio.

La ayuda material fluye rápidamente en enormes cantidades; se instalan centros de acopio en glorietas, parques y camellones. Se hacen en unos instantes montañas de agua embotellada, papel sanitario, ropa, palas, medicamentos, cobijas. Los jóvenes están al frente de muchos de estos lugares.

Hay mucha comida perecedera, tortas, emparedados, fruta  que la gente ofrece a los  voluntarios que encuentra  en su camino, algunos toman los alimentos, otros afirman ya haber comido.

Los fuerte sismos que hemos sentido nos regresan a recordarnos que vivimos en  una región de alto riesgo sísmico: dos placas se juntan por debajo de nuestro país que cuando se desplazan causan serios trastornos.

Los expertos nos dicen que los sismos son imprevisibles, que se pueden mejorar los sistemas de alerta, pero que debemos tener construcciones adecuadas y estar preparados para actuar en caso de estas contingencias.

Los daños parecen ser relativamente mucho menores que en 85, en pérdidas materiales y de vida, pero habrá que comenzar una larga reconstrucción y cura de heridas para aquellos que perdieron a un familiar, amigo o conocido.

La naturaleza nos había regalado una relativa tranquilidad por 32 años que ahora nos ha brutalmente interrumpido.


A partir de ahora, el 19 de septiembre vamos a recordar con tristeza a nuestros dos sismos:1985 y 2017

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