Ciudad
de México, septiembre del 2017
Pobreza
persistente y desigualdad creciente
Después de 25 años de la
existencia de SEDESOL y de una política social encaminada a reducir la pobreza
a través de programas muy publicitados como Solidaridad, Progresa y su versión
más reciente Prospera, los resultados no parecen ser del todo satisfactorios.
Los últimos datos publicados
de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares realizada por el
INEGI en 2016 y la información del CONEVAL nos señala que el número de pobres
se mantiene en 53.4 millones de personas, lo cual representa el 42% de la
población del país. En términos
absolutos son cien mil personas más al monto existente en 2012. Sin embargo, en
términos relativos se registra un avance, ya que en 2008 el porcentaje era del
47.4% de la población del país.
El monto de pobres en México
puede ser cercano a la población de un país como Italia con 60 millones de
habitantes, lo cual puede darnos una idea de la magnitud del problema que se
tiene.
Adicionalmente, la población
en pobreza extrema se ha reducido en términos absolutos al pasar de 11.5
millones en 2012 a 9.4 millones en 2016, es decir, menos de 2 millones de
personas. En términos relativos se pasó de 9.5 % a 7.3% en el periodo antes
considerado.
A la par se ha dado una creciente desigualdad,
según varios indicadores de ingresos, reportados por el mismo estudio: las
familias más pobres del país tienen un ingreso promedio mensual de 2 722 pesos
frente a 56, 285 a las familias más ricas (más de 20 veces). Además de que las
diferencias campo ciudad se han acentuado, ya que los ingresos de las familias
rurales ascendieron a 8 668 pesos contra 17 405 en el caso de las familias
urbanas (más del doble).
La desigualdad, como ya muchos
han anotado representa un obstáculo para el desarrollo del país, ya que frena
el acceso a indicadores básicos como educación, salud e ingreso. Todo ello
incide en la capacidad del individuo para mejorar su posición socioeconómica.
Cabe también destacar que
muchos autores consideran que la política social no puede verse de manera
aislada a la política económica, es decir, que si no hay crecimiento y
generación de empleos las posibilidades de salir de la pobreza se reducen de
manera considerable. En el crecimiento en el periodo considerado ha sido bajo,
alrededor del 2.4% como promedio entre 2012-2016 aunque la tasa de desempleo
(ocupación parcial y desocupación) se ha reducido en los últimos cinco años (de
11% a 9.4%).
Ante ello se requerirá de una
combinación de políticas adecuadas basadas en el crecimiento y el empleo como
ya lo ha señalado el último Informe de Desarrollo Humano de las NU que permita
que el número de pobres se reduzca de manera consistente durante los próximos
años.
Finalmente, las reducciones
más notables en el número de pobres las hemos visto en China e India, gracias a
las notables tasas de crecimiento que han registrado en los últimos años.
Brasil y Sudáfrica estaban en el mismo camino, pero sus crecimientos se han
interrumpido bruscamente. Tal parece que han comenzado a crecer nuevamente.
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