domingo, 21 de mayo de 2017

Murakami, De qué hablo cuando hablo de escribir.

Ciudad de México, mayo de 2017

Murakami: de qué hablo cuando hablo de escribir[1]


Haruki Murakami es un autor de indiscutible éxito editorial, ya sea por el número de novelas que tiene publicado como por el tamaño de sus ventas: sólo Tokio blues vendió más de dos millones de ejemplares en sus primeras ediciones en Japón y por haber sido traducidas a infinidad de lenguas.


El nuevo libro de Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de escribir, puede ser visto como un manual para el escritor o como una autobiografía, ya que como el mismo afirma cuando se habla del oficio se termina hablando de sí mismo.

En el texto se hacen una serie de afirmaciones, entre las cuales destaco las siguientes

¿Qué te lleva a ser escritor?

El autor confiesa, aunque no todos los escritores estarían de acuerdo, que escribe por placer: no hay sufrimiento, no hay crisis y si un gran disfrute.

El mismo confiesa que su habilidad no es espontánea, sino que proviene quizás de una facultad que le fue otorgada de manera natural.

La vocación de un escritor

El trabajo de escritor no es fácil y no es un trabajo para personas muy inteligentes, que actúan bajo el principio de la rapidez, ya que pronto se aburren del oficio

El oficio requiere perseverancia, resistencia y hace a la persona solitaria.

En la profesión, afirma el autor, aunque es fácil subir al ring, es difícil permanecer en él, muchos escritores se auto eliminan después del primer libro.

La originalidad del escritor se fundamenta en principios tales como un estilo propio y la capacidad para superar dicho estilo en algún momento.

El estilo. según el autor, es una búsqueda interior más que una suma, es decir, no viene de afuera sino lo tiene que descubrir uno mismo.

¿Qué escribe un escritor?

Se debe de leer mucho para poder escribir y esto es paralelo a una gran capacidad de observar en detalle lo que sucede en torno a ti.

El proceso va acompañado de una selección de detalles específicos.

El autor confiesa que el proceso de amalgamar todo el material se realiza bajo un “halo mágico”.

¿Cómo desarrolla sus personajes?

El autor confiesa que trabaja primero el contexto, luego los personajes, quienes van surgiendo lentamente.

La creación de los personajes requiere conocer alguno de los rasgos de los mismos cuando menos los mínimos.

El autor considera que se deben crear personajes que parezcan reales y que además de atractivos y deben dar sorpresas (su comportamiento no debe ser previsible).

¿Para quién escribe?

Las novelas le interesan a la gente de distintas generaciones y aunque reconoce que es poco conocedor de las personas de carne y hueso, confiesa que le causa sorpresa que sus novelas sean leídas por gente que nunca esperaba que lo hiciera.

El credo personal del autor

El autor es creyente en que la capacidad de pensar está ligada a una buena condición física, la combinación de ambas, según el mismo, produce un efecto idóneo para el trabajo creativo del escritor,

El escritor confiesa sus reservas sobre los premios literarios, sin embargo, acepta que el premio que recibió por su primera novela le ayudó a destacar en el mundo literario.

Comentarios al texto:

El autor me llena de entusiasmo cuando manifiesta un profundo optimismo y considera en consecuencia que el motor de la creación literaria es una alegría espontánea y abundante.

Me extraña que no haga referencia a una orientación o entrenamiento previo o en paralelo a su desarrollo de escritor.

Me llama la atención que, al contrario de muchos escritores, su actividad de escribir se convierta en algo exclusivo, es decir, no hace otra cosa con excepción de traducir cuando está muy saturado.

Me resulta interesante, aunque un poco desconcertante la versión del autor de que los personajes los decide la historia misma, como si tuvieran vida propia, él se limita a seguir las indicaciones.

Me parece destacable que el autor considere que su éxito editorial se ha avenido con los cambios que se han registrado en el mundo en los últimos años.

La afirmación anterior parece entrar en contradicción con lo que dice también el autor de que nunca se ha planteado quién lee sus libros o si entienden el contenido de ellos.

El autor manifiesta de manera pública y categórica su aversión por los correctores de estilo, con los que afirma tiene que librar arduas batallas, quizás en la medida que el suyo se sale del estándar.

Finalmente, el texto revela rasgos personales muy destacables del autor: una gran honestidad de pensamiento (“La única cosa que hay que temer de verdad es morir rodeado de aduladores y de alabanzas”), una elevada ética (valores firmes ante la vida que le permiten verla con optimismo) y un compromiso total con su oficio de escritor.




[1] Haruki Murakami, De que hablo cuando hablo de escribir, Editorial Tusquets, Colección Andanzas, España, abril de 2017.

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