miércoles, 7 de septiembre de 2016

El reparto del pastel nacional


Ciudad de México, septiembre de 2016



Distribución del ingreso en México: ¿los extremos se hacen más distantes?

En los últimos años estamos observado un fenómeno de redistribución del ingreso en muchos países desarrollados y en algunos de los países en desarrollo, donde se disponen de estadísticas confiables, lo cual por desgracia nos está conduciendo a un mundo cada vez más desigual. Esto ha llevado a una creciente literatura económica que ilustra el proceso ofreciendo diversas explicaciones sobre el mismo

El ex director de la Reserva Federal Alan Greenspan, ratificado en el cargo durante varios mandatos desde el gobierno de Ronald Reagan, en su libro de memorias The Age of Turbulence, editado en 2007 señaló como un grave problema para Estados Unidos que la concentración del ingreso se hubiese disparado desde la década de los setenta.

En su largo registro estadístico del fenómeno en términos del mercado laboral observó que los trabajadores que podría considerarse calificados registraban crecimientos en sus salarios promedio de 5.6% anuales frente a 3.4% en los salarios promedio de los no calificados en 2007. Esto, en su explicación se origina principalmente por las diferencias salariales que se derivan de una creciente demanda de trabajo capacitado y las limitaciones que se tienen en la oferta debido a las dificultades en la movilidad internacional de la mano de obra.

En su línea de razonamiento las diferencias de capacitación se derivan de las deficiencias en el sistema educativo estadunidense a nivel elemental y secundario y a las restricciones en materia de inmigración de trabajadores capacitados al mercado laboral.

En la medida en que ambas situaciones no se enfrenten, una mejora sustantiva en la educación a dichos niveles sobre todo en la enseñanza de las matemáticas y una mayor libertad para la mano de obra calificada del exterior, las diferencias salariales seguirán acentuándose y en consecuencia crecerá la desigualdad.

Adicionalmente, Alan Greenspan nos da elementos explicativos sobre las diferencias de ingreso que se presentan en los niveles corporativos de las empresas, que han provocado que los grandes directores obtengan retribuciones muy por encima de sus subalternos: Estas, de acuerdo al economista, aumentaron en 10% anualmente entre 1993 y 2006, 3 veces más que el aumento de las ganancias de las empresas o de los ingresos que perciben los trabajadores no calificados. Estas compensaciones, no son explicables por ningún aumento de la productividad, sino que son resultados de la fuerte valorización de los mercados accionarios (la obra la escribió antes de la crisis del 2008), y de decisiones tomados por sus mismos consejeros.

El crecimiento de las retribuciones de los altos ejecutivos, nos señala finalmente Greenspan no deja de ser una preocupación para los políticos de Washington en particular frente a los modestos aumentos que se registran entre los trabajadores de otros niveles.

En este mismo sentido, el premio nobel de economía Angus Deaton, en su obra publicada por el FCE en 2015 El gran escape nos explica que desde finales de los sesenta existe una situación de aumento en la concentración del ingreso medida en términos de las familias. En efecto, de acuerdo a sus cifras el ingreso promedio de las familias (antes de impuestos y subsidios) ubicadas en el nivel superior (5%) fue once veces más alto del obtenido por las ubicadas en los más bajos (20%) en 1966. Estas diferencias se han ampliado en más de 21 veces en 2010. Además de que los aumentos más significativos se concentran en los niveles más altos durante los pasados 44 años: en promedio los ingresos más bajos crecieron 0.2%, el quintil más alto lo hizo en 1.6% y el 5% de este quintil, es decir los más ricos, lo hizo en 2.1%.

El galardonado economista afirma que esta situación se debe a que la economía estadunidense viene registrando tasas de crecimiento más bajas, que la demanda de trabajadores calificados ha superado ampliamente la oferta, que los salarios más bajos han estado disminuyendo en términos reales y que la erosión de los salarios mínimos, debido a la pérdida de poder de los sindicaos, ha afectado a los salarios reales de los trabajadores de bajos ingresos.

El mencionado Deaton se apoya para corroborar la concentración del ingreso que registra la economía estadunidense en la metodología desarrollada por Thomas  Piketty el autor del  aclamado libro El capital en el siglo XXI, (FCE, 2015) junto con Emmanuel Sáez, ya no en base de encuestas sino de los ingresos declarados por los contribuyentes al fisco. Estos datos llevan a la conclusión que los contribuyentes más ricos recibían en 2008 aproximadamente la misma porción de ingreso total que en vísperas de la segunda guerra cuando se tenía una mayor concentración del ingreso.

Asimismo, Deaton señala en coincidencia con el estudio de Piketty para la economía estadunidense que ha habido un cambio muy importante en cuanto al origen de los ingresos de los más ricos: durante el pasado los mismos provenían de la percepción de dividendos e intereses y  en la actualidad se originan en altos salarios, bonos y opciones de compra de acciones.

En su análisis Angus Deaton señala que las altas compensaciones de los ejecutivos resultan de la combinación de varias circunstancias: eliminación de regulaciones en los mercados de valores (mayor valor accionario) y reducción de impuestos a los más ricos, principalmente. Estas medidas se pueden haber combinado con mayor productividad y menor poder de negociación de otros grupos, pero no se sabe exactamente el peso real de cada una de ellas.

En cuanto a las perspectivas, para Angus Deaton la formación de nuevas élites ricas y poderosos pueden hacer vía la creación de importantes grupos de cabildeo que la actual desigualdad se perpetúe y limite las mismas instituciones democráticas que pugnan por un mayor reparto del ingreso nacional. Tiene también un efecto negativo en la reasignación de los recursos humanos, ya que los talentos buscaran colocarse en las empresas donde se tienen los más altos sueldos, que están por lo general en el medio financiero y desdeñarán las manufactureras.

A partir de estas observaciones mi interés por lo que pasa en nuestro país me ha conducido a recopilar algunas cifras que nos pueden dar un indicio en cuanto la generalización de esta tendencia en nuestro caso.

En muchas ocasiones hemos leído que nuestro país está entre los que muestran una mayor concentración y desigualdad en la distribución del ingreso en el continente americano. En la lista de los cinco más ricos personajes del mundo figura un empresario de nacionalidad mexicana y el monto de las personas consideradas en pobreza alcanzó los 53.3 millones de personas, lo que representa el 46.2% % de la población del país en 2014 frente al 47.4% y los 50.6 millones existentes en 2008 (en Estados Unidos se estimaba en 46.2 millones, es decir, el 15 % de la población en 2011)

Las cifras del módulo de condiciones socioeconómicas recopiladas desde 2008 por el INEGI en base a una encuesta a población seleccionada, recientemente objeto de una polémica por registrar cambios en su metodología sin consultarlo con el principal usuario de dicha información muestra que el ingreso corriente de los hogares más pobres ha tenido una ligera mejoría entre dicho año y el 2014: el decil más bajo de los hogares avanzó 23% en dicho lapso y el más alto lo hizo en 10%. En el decil de hogares intermedios el avance fue el más significativo ya que se alcanzó un incremento de 26%. Además, la diferencia entre los ingresos del decil más bajo y el más alto de los hogares que era de casi 25 veces en 2008 se redujo a 22.5 en 2014

Adicionalmente, el coeficiente de Gini que es una medida de la concentración, que oscila entre 0 y 1, siendo el uno la mayor concentración y el 0 la completa igualdad, muestra también una reducción en dicho lapso: se pasó de 0.478 a 0.452. El coeficiente para Estados Unidos se mantuvo más o menos constante entre finales de la guerra y 1970 y después ha comenzado a aumentar (0.408 era el coeficiente de Gini para Estados Unidos en 2011).

En el terreno laboral persisten condiciones que hacen que los ingresos para la población del país se mantengan bajos, lo que incide, en la distribución: los ingresos de las personas ocupadas con menos de dos salarios mínimos representan el 42% del total en 2016 (contra 39% el año previo), los ingresos salariales reales registran una caída con respecto a los existentes hace algunos años, la tasa de condiciones críticas de la ocupación[1] alcanzó 14.5% en 2016 (contra el 12% el año previo) y la tasa de ocupación en el sector informal se mantiene en alrededor del 27% de la población económicamente activa.

En cuanto a la incidencia de la educación en la capacitación laboral y sus repercusiones en la percepción de ingreso tal como sucede en los Estados Unidos, las cifras en el caso de nuestro país son bastante preocupantes si aceptamos que tenemos 7.5 millones de analfabetas y y 32 millones personas que apenas tienen una escolaridad de 4 años como máximo.

En general, tenemos que en nuestro país ha habido una relativa mejora en la distribución del ingreso a partir de una situación previa muy adversa aunque dado el crecimiento poblacional el número de pobres en términos absolutos ha aumentado. La comparación con respecto a Estados Unidos, no obstante los cambios comentados, se mantiene todavía muy a favor de dicho país.

Por otro lado, en materia de las compensaciones para los ejecutivos estamos observando una situación bastante similar en nuestro país a la registrada en Estados Unidos, ya que las diferencias salariales entre los altos ejecutivos y los directivos de reciente ingreso se ha disparado significativamente en los últimos años.

Los ingresos de los ejecutivos son en su mayoría confidenciales (dado que son establecidos por los consejos directivos con base a varios criterios, no se difunden muchas veces por razones de seguridad y dependen del sector donde se pagan), pero la cercanía con el mercado laboral de Estados Unidos y el cada vez mayor control de las corporaciones nacionales por intereses extranjeros hace que las percepciones se mantengan dentro de cierto margen de competitividad, que permita reternerlos en nuestro país.

El peso de estas remuneraciones dentro de los niveles más elevados de ingresos, cuando menos de los quintiles más altos, no lo conocemos en nuestro país, pero sin lugar a dudas deben estar creciendo muy por encima del promedio como sucede en otros países según se ha podido demostrar en varios estudios.

Los datos de compensaciones según un artículo de la revista Expansión (7/09/2011) pueden variar por el sector e incluyen bonos de productividad, aguinaldo y otras prestaciones no especificadas: en el automotriz están alrededor de 122 500 sujeto a la experiencia previa, en el de las tecnologías de la información de 141, 137, en el sector servicios (banca, seguros) el promedio puede ser de 147 066 mensuales y en la industria química de 150 mil pesos. Estos sueldos pueden ser 5 veces más grandes que el promedio de los ejecutivos de nivel medio. En fin, tenemos una situación salarial que juega a favor de mantener una elevada desigualdad entre los niveles de ingreso en particular de los más elevados




[1] La TCCO es el porcentaje de la población ocupada que se encuentra trabajando menos de 35 horas a la semana por razones de mercado, más la que trabaja más de 35 horas semanales con ingresos mensuales inferiores al salario mínimo y la que lo hace por más de 48 horas ganando hasta 2 salarios mínimos.


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