Ciudad de México, julio de 2016
Haruki Murakami: ¿qué movió a
los terroristas del metro de Tokio en 1995?
Haruki
Murakami, el prolijo escritor japonés y autor de éxitos como Tokio blues o Los
años de peregrinación del chico sin color, escribió en 1997 su
interesante libro Underground[1]
bajo el impacto de los atentados con gas
sarín en varias líneas del metro de Tokio registrado en 1995.
El
autor realizó 60 entrevistas a las víctimas de dichos atentados, donde hubieron
varios muertos y cientos de heridos algunos con secuelas limitantes de por vida.
Los
atentados fueron ejecutados por seguidores de la secta Aum, cuyo líder
espiritual era Shoko Asahare y que se
inspiraba en el budismo Vajrayana, el cual incorpora el seguimiento estrecho de
un líder (gurú) y prácticas esotéricas para lograr estados cada vez más
desvinculados del entorno real. Sin
embargo, en algún momento los líderes espirituales de la secta comenzaron a
tomar decisiones propias de los grupos extremistas que los llevaron a organizar
actos de terrorismo contra la población indefensa.
En
las entrevistas a las víctimas Murakami
nos ubica el origen de ellas, sus
relaciones laborales, familiares, su vida social, las conductas personales, los
hechos que vivieron el día de los atentados y los síntomas que registraron, en
su mayoría muy similares, como consecuencia de la inhalación del gas
mencionado.
El
manejo de la tragedia por parte de los medios molestó a algunos de sus entrevistados en la medida en que
buscaban contar la verdad desde su interpretación de los hechos, mientras que
los nombres de las víctimas sólo los utilizaban como referentes presenciales.
En
el epílogo de estas entrevistas titulado Una pesadilla que llegó sin ninguna
señal de advertencia Murakami nos explica las razones que lo llevaron a
elaborar dicho libro en particular, su rechazo
a considerar los sucesos bajo la tradicional dicotomía del bien y del
mal; en su opinión las motivaciones estaban más cercanas a la búsqueda de una autonomía
personal, los implicados entregaban el control de sus mentes a la autoridad de
su líder espiritual (consenso entre ambas partes) y su fuerte énfasis al hecho
de que los jóvenes habían perdido contacto con la narrativa histórica[2]
que vinculaba al resto de los japoneses.
A
partir de las protestas de sus lectores de que había visto sólo una parte de la
tragedia, Murakami se abocó a entrevistar a 8 de los jóvenes que habían sido
adeptos de la famosa secta Aum excluyendo a los autores materiales e
intelectuales del atentado de 1995 quienes fueron detenidos, sujetos a procesos
y condenados.
En
ellas los jóvenes relatan las motivaciones que los llevaron a ser parte de la
secta, de su renuncia total a todo lo material, del rompimiento de todo tipo de
vínculos, de cómo quienes participaron en el atentado fueron elegidos apelando
a su sentido de la fe, lo que significaba una obediencia total a los líderes
espirituales, de que a pesar de que los actos se pudieran juzgar como locuras
había creencias religiosas de por medio y de que existía, junto a las enseñanzas del budismo, la idea
de un Armagedón (término que está en el libro del Apocalipsis), de un fin del
mundo que estaba próximo a consumarse.
En
el epílogo de estas entrevistas Murakami señala algunas de las explicaciones
que pueden sustentar las conductas criminales que movieron a los terroristas y que son aplicables a este
o a otros casos: los adeptos creían que su espiritualidad estaba por encima de
los demás, que formaban parte de un grupo de elegidos, que su lenguaje y su
lógica aislada tenían más poder que el de la realidad y finalmente que sólo a través de estos actos encontraban
sentido a sus vidas.
En
la reciente lectura de este libro, me parece encontrar muchas explicaciones en
torno las conductas de los terroristas que bajo supuestas creencias religiosas
están actuando en diversas regiones del mundo, a veces sin un antecedente que
pueda explicar suficientemente el origen de sus trágicas decisiones.
[1] Haruki
Murakami, Underground, Tusquets editores, 2014
[2] La narrativa, según
Murakami, es una historia, que no tiene que ser lógica, ética o filosófica,… “soñamos en nuestras historias y en ellas tenemos dos
caras. Somos simultáneamente objeto y sujeto. Somos el todo y la parte, reales
y sombras, “narradores” y al mismo tiempo “personajes”. A través de los
intricados papeles de nuestra historia es como nos curamos de la soledad.”
citado en Underground en el mencionado epílogo.
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