Ciudad
de México, julio de 2016
La
obra literaria de Ricardo Piglia
Ricardo Emilio Piglia Renzi,
alias Emilio Renzi, nació en Adrogué, Argentina el 24 de noviembre de 1941 y se
mudó a Mar de Plata años después en coincidencia con el derrocamiento de Juan
Domingo Perón en 1955.
El escritor abandonó el país
durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970); vivió principalmente
en Estados Unidos, donde enseñó en varias universidades.
En 2011 regresó a residir a
Buenos Aires, Argentina. Recientemente se ha hecho público que sufre el
padecimiento esclerosis lateral
amietrófica, que conlleva la pérdida de control muscular, pero no de su
capacidad pensante.
En la literatura de Piglia
destacan las influencias de Dashiel Hammet
y Raymond Chandler escritores de novelas negras, pero también de William
Faulkner y F Scott Fitzgerald; en sus ensayos recupera la tradición analítica
de Jorge Luis Borges y la literaria de
autores argentinos como Rodolfo Walsh. La obra no es de consumo rápido, como
muchas novelas policíacas, sino que
requiere de varias relecturas que te lleven a comprender las conductas de los
personajes,
La obra de Piglia incluye
novelas, ensayos, cuentos, crítica y guiones para cine y televisión. Está
considerado como uno de los autores latinoamericanos vivientes más destacados.
Las obras más reconocidas de
Piglia son Respiración artificial (1980)
Plata quemada (1997), Blanco Nocturno (2010), que obtuvo el Premio Nacional de
la Crítica y El camino de Ida (2013).
La autobiografía del autor,
que según su confesión, comenzó a escribir a los 16 años (1957), ha sido
publicada en tres libros bajo el título de Los diarios de Emilio Renzi, misma
que ha sido muy bien recibida. Sin embargo,
Piglia, con cerca de 75 años y enfermo todavía nos promete continuar
escribiendo su famoso diario.
En los comentarios sobre su
obra tomo como referencias los libros Plata quemada, Blanco Nocturno y la
Antología personal, publicada por el FCE en 2014 que incluye cuentos y ensayos.
En lo que sigue trataré de apegarme a las obras comentadas, evitando en lo
posible lo que hacen muchos cronistas, de hablar de todo, pero menos del
contenido de las mismas.
Plata quemada es una novela que se basa en sucesos reales de los años
cincuenta; incluye la presencia de los
protagonistas principales (Dorda, Nene, Mireles y Malito) delincuentes
provenientes del interior de Argentina, marcados por rasgos de violencia, sicopatías, sodomía, drogadicción y antecedentes
criminales; otros son producto de la
perversa y corrupta relación que por desgracia siempre existe entre el crimen, los
políticos y la policía en nuestros países; no falta una relación homosexual
entre dos de los protagonistas que refuerza sus vínculos criminales y
finalmente, la fiel reconstrucción de la muerte y captura de los principales
implicados en medio de un sangriento enfrentamiento en un barrio de Montevideo.
El lenguaje de la novela está
lleno de modismos propios del habla popular bonarense; los diálogos son muy
realistas; la narración es fluida, se tienen regresos en el tiempo para
explicar la disposición criminal de personajes como Dorda y el Nene; en
momentos se tiene la presencia del periodista Emilio Renzi, alter ego del
escritor para narrar los acontecimientos, el robo, la huida y el enfrentamiento
final se hacen con gran precisión y no deja de existir un gran suspenso en todo
el relato.
En fin, estamos frente a una
obra que nos muestra a un escritor hábil, que usa la crónica, los diálogos escuetos
y precisos, capaz de emocionar y de involucrar al lector en sus intrincadas
tramas.
En Antología Personal tenemos dos relatos Un pez en el hielo y El joyero en el capítulo de los cuentos
morales que me parecen importantes de destacar. El primero, es una reconstrucción a cargo del personaje
de Emilio Renzi, de las últimas horas de
vida del poeta y escritor piamontés Cesare Pavese, cuyos amores no
correspondidos lo llevan a suicidarse en Turín (“Vendrá la muerte y tendrá tus
ojos”); un escritor que lleva un diario donde anota estos últimos momentos y
que se identifica con lo que hace el mismo autor; un cuento que está en el ciclo
de literatura, amor y muerte; y que concluye con una triste visita al lugar
donde Pavese se refugiaba para escribir su obra, en cuya cercanía Renzi
identifica finalmente a la mujer que lo llevó a trasladarse hasta esta región
italiana.
En el segundo relato, el personaje principal es un ex militar que es acusado
de desobedecer órdenes (“sabía que el azar puede cambiar la vida en un
instante”), purga una condena y aprende el oficio de joyero de un compañero de
prisión; la cárcel lo aleja de la mujer, que le es infiel y de la hija y en su
deseo de verlas regresa a Mar de Plata, donde por breves momentos contemplará
de nuevo a la mujer que vive ya con otra pareja y se lleva a la hija con el
ánimo de regresarla. La soledad, la desvalorización y la búsqueda de sentido en la vida por el
motivo que sea.
En el mismo libro está el
capítulo dedicado a los casos de Croce, donde
retoma otro de sus personajes favoritos el comisario Croce, un inspector
de policía solitario, reflexivo (… “le interesaba entender, desde chico era
así; entender le interesaba demasiado..”) y reservado, el cual lleva como
título el Astrólogo, el sobrenombre de un viejo militante peronista Leandro
Lezin (“no soy un cínico, la realidad es cínica, yo sólo me adapto a ella”),
que se involucra en tareas de propaganda, resistencia y contrabando y que le permite al autor darnos un poco de los
antecedentes del famoso comisario.
En estos cuentos sobre Croce
el autor regresa al género que más le atrae, el policíaco, donde los personajes
usan un lenguaje directo, frío: “Vamos a liquidar y sobornar a quienes haga
falta, siempre en nombre del Líder”; los personaje están siempre en guardia
“Croce había aprendido por su oficio a no mostrarse nunca sorprendido y a
escuchar con ojos impávidos lo que no entendía”; hombres prácticos “cuando han
conseguido lo que quieren… fijan su interés en otra que les interese”; y
de vida vagabunda en un país de gran
extensión. La historia argentina, cuando menos, la presencia de Perón, es muy
frecuenta en la obra del comentado autor,
aunque nunca nos queda claro si es peronista o no: cuando le hace la pregunta
el astrólogo a Croce responde escuetamente con un “no creo”.
En la parte de ensayos toco
dos temas que me llamaron la atención: Una propuesta para el próximo milenio y
Modos de narrar, que tienen reflexiones ligadas al uso del lenguaje y los procesos de creación literaria.En el primero aborda el tema de cómo la realidad puede ser percibida
desde ángulos distintos, salir del centro, dejar que el lenguaje hable también en el borde, en lo que se oye,
en lo que llega de otro.
El autor destaca la obra de
Rodolfo Walsh, escritor asesinado durante la dictadura, hecha desde afuera, en
condiciones de clandestinidad y de persecución, que cuenta una verdad desde un
ángulo diferente, que reconstruye una
realidad en condiciones de marginalidad.
En contraste nos dice el autor,
en la actualidad nos hemos acostumbrado a percibir nuestra realidad a través de
un lenguaje cada vez más homogeneizado, tal como el que predomina en los
medios, el cual deja de lado a todos aquellos
que no hablan igual.
El autor nos advierte del
poder del estado sobre el lenguaje, su interés de borrar cualquier discurso
crítico: “quien no dice lo que todos dicen es incomprensible y está fuera de su
época”.
El lenguaje que se usa desde
el poder, que repiten los medios, que se podría llamar cristalizado, se
argumenta que es el único accesible y
comprensible, porque todos repiten lo mismo y aceptan la realidad que dicho
lenguaje define.
Los excesos los hemos visto en
el caso de la economía donde el lenguaje cada vez necesita de gente que sea capaz de descifrarlo,
traducirlo y comentarlo.
La convicción del autor es que
la literatura debe estar encaminada hacer su trabajo en el sentido de
esclarecer, decir lo que no es, lo que ha sido borrado; la intervención
política del escritor debe estar dirigida a confrontar los usos oficiales del
lenguaje.
En la medida en que la literatura confronte esa
realidad del lenguaje, sin embargo, existe el riesgo que su lugar en la
sociedad vaya a ser cada vez más invisible y restringido.
En el segundo ensayo, Piglia aborda su interpretación de la
narración. El autor afirma que narrar es una experiencia muy propia del ser
humano, es un medio de transmitir emociones, el relato siempre va más allá de
la información, está asociado al desplazamiento, ya que la persona que cuenta
lo hace cuando sale de su mundo cotidiano, que los primeros narradores estaban
asociados a los adivinos de la tribu, habla de dos formas subjetivas de
narración la que hace Ulises, el gran viajero y la que hace Edipo, el
descifrador de enigmas y de que los grandes relatos ya sea los bíblicos o los
de mil y una noches son modos de transmitir
algo que es “enigmático, que tiene la forma de la epifanía o de la
iluminación…”
En fin, Piglia nos muestra en sus ensayos una mente escrutadora
que nos alerta sobre la manipulación del lenguaje por el poder y el valor de la
narración en un mundo donde la información a través de los medios electrónicos
quiere desplazarla o ignorarla.
La novela Blanco nocturno fue
escrita 13 años después de Plata quemada, cuando el autor tenía 70 años, es
también del género policíaco aunque en su primera parte incluye largas crónicas
y en toda su extensión amplias notas
informativas a cargo de varios
personajes (el autor, Renzi y Shultz, el secretario de Luca).
En la primera parte de la
novela tenemos el asesinato del personaje Tony Durán, concesión de Piglia a sus
años en Estados Unidos, que se aparece en un pueblo perdido de la pampa que en
algún momento menciona de pasada que se trata de Adrogué, siguiendo a las mellizas hermanas Belladona.
El comisario Croce es encargado de seguir las pesquisas del crimen y el
periodista Emilio Renzi de El Mundo de Buenos Aires, llega al lugar a reportar
los hechos. El fiscal Cueto descalifica
los hallazgos de Croce, que concluyen que el japonés Yoshio Dazai señalado como
el culpable es inocente al encontrar al declarado autor material del asesinato
el jokey Arce; Cueto lo manda en retiro, lo sustituye con el asistente Saldías
(previo soborno) y busca cerrar el caso lo más pronto posible.
En la segunda parte, cuando
Croce está en un aparente retiro y Renzí toma por su cuenta las investigaciones
nos vamos a internar de lleno en el mundo de los hermanos Belladona, Lucio y
Luca, cuyas diferencias en materia de negocios, los llevan a un violento
rompimiento, ya que Lucio con el apoyo del fiscal Cueto quiere vender la
fábrica para hacer un desarrollo inmobiliario. Renzi descubre que el fiscal
tiene la hipoteca de la fábrica, por cuyo rescate el viejo Belladona estaba
dispuesto a ayuda al hijo y que Durán trajo el dinero desde Estados Unidos, que
ahora Luca reclama que el municipio le devuelva. El fiscal Cueto le tiende una
trampa que le permitirá conservar la
fábrica, pero tiene que aceptar cerrar el caso para reintegrarle el dinero aunque
condenando al japonés Yoshio por un crimen que no cometió. Luca no puede
resistir vivir con esta culpa y se suicida, a su entierro asiste el pueblo en
pleno incluyendo el comisario Croce. En ningún momento el autor llegar a dejar
claro quién fue el autor intelectual del asesinato, el mandante, aunque hay
indicios que Cueto quien ha estado involucrado con la familia desde hace mucho
tiempo como consejero, amante de una de las hermanas Belladona y tiene la
hipoteca de la fábrica puede haber sido el instigador. El escritor tiene que dejar abierto el misterio, ya que
por algún lado afirma que sólo en las novelas policíacas se resuelven los
crímenes para que el lector esté tranquilo.
En la novela de Piglia se
identifican una historia familiar compleja y tensa la de los Belladona, intrincadas
relaciones hacen que el crimen pase a un segundo término, la dicotomía que
existe en otras de sus obras de campo-ciudad, las pesquisas policíacas en torno
a un crimen, la inclusión de personajes que ya conocemos de obras anteriores
Croce y Emilio Renzi, la intervención de personajes solitarios como el mismo Croce,
el jokey Arce o el japonés Yoshio Dazai, muchas explicaciones en torno a las
conductas de los seres humanos, escenarios fantásticos como la fábrica de los
hermanos Belladona y muchos cabos sueltos por lo que nunca llegamos a conocer el
verdadero autor intelectual del asesinato.
El mensaje moral que cierra la novela es escueto y
contundente: para tener una vida sin temores se requiere un compromiso por la
verdad y la necesidad de obrar bien.
En fin, quiero señalar que la
lectura de la obra de Ricardo Piglia es altamente estimulante tanto por la
mente crítica del autor, la profundidad de su narrativa, la calidad literaria
que nos muestra y por estar completamente de acuerdo en el mensaje moral del
último libro reseñado. No es para nada una literatura ligera producto de la
necesidad de vender libros como por desgracia es frecuente percatarse en muchos
de los escritores exitosos del momento.
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