México, DF, mayo de 2012.






Fernando Botero en México





Desde el 9 de marzo pasado, Fernando Botero inauguró una gran exposición en el Palacio de Bellas Artes, que coincidió con la celebración de sus 80 años: el artista nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, Colombia. Su primera exposición fue en la década de los cincuenta, en la galería de Leo Matiz, destacado fotógrafo que vivió y trabajó en México durante muchos años. Esta reúne numerosa obra entre pintura, dibujo y escultura, algunas de ellas de dimensión monumental.



Las largas colas de gente proveniente de todas las clase sociales que se hacen diariamente, con excepción del lunes, para ingresar a las salas de exposición, no dejan dudas sobre la estrecha identificación del gran público en particular de México, con la obra del artista colombiano, aunque a algunos artistas locales la cataloguen como ingenua y simple.



Este entusiasmo por el artista colombiano podría explicarse, en una primera instancia, por tratarse de un pintor que cuenta ya con un renombre internacional donde los medios masivos han jugado un papel determinante, pero también como resultado de que las gordas le resultan agradables a una población cuya tendencia a la obesidad asume cada vez más proporciones alarmantes, como para ser actualmente considerada por las autoridades de salud, una pandemia.



La exposición pictórica incluye temas como retratos de familia, de personajes famosos, de obispos, de desnudos asexuados, del circo (inspirados en una estancia del pintor en Zihuatanejo, Guerrero, donde suele pasar las vacaciones), de prisioneros torturados por las tropas de ocupación estadounidense en la prisión de Abu Ghraib (una numerosa serie cedida en comodato a la Universidad de Berkeley), de personajes de la vida diaria desempeñando algún oficio en su entorno colombiano, de animales, naturalezas muertas y de la fiesta brava, pasión que comparte el artista.



En paralelo se muestra una selección de 11 esculturas pequeñas y de 5 gigantes, realizadas en bronce, de animales y personas, color oscuro y verde, éstas últimas sobre la plaza de acceso al famoso recinto cultural, cuya superficies suaves y contornos denotan la calidad de la manufactura. Además, de que se presentan varios dibujos que destacan las múltiples habilidades del artista.



En la presentación de la exposición el pintor reconoció su deuda con los muralistas mexicanos; de quienes aprendió que la realidad local contiene valores que son universales; y el significado de la identidad como un elemento formativo en su oficio.



La pintura de Botero ha destacado por su paleta de colores, sus temáticas y sus raíces populares, pero principalmente por sus dimensiones: el volumen como una exaltación de la realidad.



La elección de retratar personajes gordos sólo me era explicable por su propia confesión del interés de retratar seres volumétricos, lo cual suponía se sustentaba en una visión humorística de la vida. Esto en la medida en que se considera que los gordos son simpáticos, dotados de buen humor y llenos de vida.



Sin embargo, en coincidencia con la exposición de Botero leí una nota del conocido escritor José de la Colina , quien considera a los personajes del artista como seres muertos, pintados sobre escenarios populares: “meras figuras de carne inflada, sin esqueleto, sin nervios y desde luego sin alma, pues el artista los ha pintado o modelado como meras formas”.



Adicionalmente, el mismo escritor asume que los mismos personajes carecen de alegría (no hay sonrisa en sus rostros sólo muecas), que más que cómicos son trágicos, con lo cual la pintura de Botero tiene una interpretación muy diferente a la que la mayoría de su público le ha dado hasta este momento.



Por último el escritor concede que otro de los grandes méritos de Botero es que a través de su pintura estos seres muertos, simplemente por estar o permanecer, se han convertido en inmortales, lo cual no es poca cosa.



En este sentido, la pintura de Botero parece tener una interpretación mucho más profunda que la que hasta ahora parece que le han dado sus entusiastas seguidores y los mismos estudiosos que han buscado analizarla.