miércoles, 21 de julio de 2010

Barrios de la ciudad: La Merced






Por Jorge Castañares

Este es uno de lo barrios más antiguos de la ciudad, quizás el que mejor se conserva como conjunto. Ha sido desde la colonia un barrio dedicado principalmente al comercio. La planta mantiene su viejo trazo de estrechas calles y aceras. El barrio original estaría limitado por las calles de San Pablo, Pino Suárez, Corregidora y Anillo de Circunvalación. Sin embargo, fuera de esta zona, al oriente de esta última avenida, se extiende su nombre para incluir el actual mercado y algunas cuadras a su alrededor en colindancia con el barrio de La Candelaria.

El barrio debe su nombre al convento de la orden de los mercedarios que se estableció en el siglo XVII; en torno del mismo comenzó la actividad comercial que hizo famoso a este lugar. Del edificio religioso sólo se conserva el claustro bajo, que data del mismo siglo y el alto, que se construyó en el siguiente. La iglesia, por algunas estampas que se conserva, se sabe que tenía un magnífico techo de madera artesonado, varios retablos dorados y una cúpula en forma cónica. El conjunto, con excepción del claustro, había desparecido ya en 1861, víctima de la venta a privados de las propiedades religiosas. En la actualidad, el lugar donde estuvo la iglesia, es el patio abandonado de un inmueble que aloja a varios locales comerciales.

Sus calles y callejones albergan infinidad de comercios. Sin embargo, existen entre ellas cierta especialización de giros. En Regina y Mesones, se tienen papelerías; en Corregidora, abundas las ferreterías; en Correo Mayor se tienen tiendas de bisuterías, mercerías y ropa; en Salvador, Uruguay y Venustiano Carranza, se tienen talabarterías, tenedurías, mercerías y tiendas de llamativas telas de confecciones diversas; en Jesús María, existe una mezcla de comercios aunque predomina el de telas; en el calle de Roldán, donde corría la antigua acequia, existen abarrotes y tiendas de especies; en Talavera, existen quizás los únicos comercios en todo el país, dedicados sólo a la venta de los niños dioses y sus indumentarias, vía muy visitada los días previos a la Fiesta de la Candelaria; y en la estrecha calle de las Cruces, se tienen varias sucursales de bancos. El nombre de estas calles se cambió con el paso del tiempo, ya que antes tenían otros: Meleros (Corregidora), Balvanera, San Ramón (Uruguay), San José de Gracia (Mesones), el Corazón de Jesús (Regina), Los Migueles, Bajos de Balvanera (Correo Mayor), La Estampa de la Merced (Jesús María) etcétera. En este barrio, se pueden aún encontrar algunas tiendas, que ya han desparecido de la ciudad pero que aún se pueden visitar en los pueblos de la provincia como son: rebozerías, cererías, sombrererías, tenedurías, vestidos folclóricos, papel picado y talleres varios, donde se reparan petacas, ropa de cuero, etcétera.


En el barrio se tienen edificaciones de varias épocas. Entre las religiosas destacan además del mencionado inmueble, los conventos de religiosas de Nuestra Señora de la Balvanera, del siglo XVII, uno de los grandes inmuebles religiosos de la ciudad, del cual sólo existe la iglesia y su campanario cubierto de talavera; el de San José de Gracia del mismo siglo, sólo resta la iglesia, que fue adquirida por la congregación anglicana en 1869; la iglesia de Porta coeli, que data del XVII, pero transformada en 1891, que luce murales de mosaico desde sesenta a la manera bizantina; y la capilla de Manzanares, del siglo XVIII, un ejemplo de un barroco tardío. Los conventos de religiosas se identifican por sus dobles portadas laterales. Otro imponente inmueble que tuvo un origen religioso fue el Seminario Conciliar, construido en 1909 por el arquitecto Manuel Gorozpe en el estilo del italiano Andrea Paladio, que después del conflicto religioso de los años veinte, se dedicó a escuela primaria y secundaria. Además, se tienen casas que datan desde el siglo XVII y llegan hasta el siglo pasado incluyendo varios ejemplos del Art Deco. Entre estas, por su arquitectura y buen estado de conservación destacan: Casa Talavera, ahora un centro cultural (calle Talavera y El Salvador); las casonas del siglo XVII que albergan el restaurante El Andaluz y otros comercios (calle de Mesones); el inmueble modificado que albergó el antiguo Colegio de San Ramón, fundado en el siglo XVII (Uruguay y Correo Mayor); un edifico Art Déco con alto relieves en piedra, que alberga una sucursal bancaria (Carranza y Tres Cruces); los edificios Art Déco de las talabarterías “El Venadito” y Magliano (Uruguay); dos edificios Art Déco sobre la calle de Talavera, algunas casonas de principio de siglo XX sobre Regina, etcétera. Sólo tres espacios públicos para propósitos de esparcimiento existen en el barrio: la Plaza de la Aguilita, recientemente restaurada. la Alonso García Bravo (el alarife que hizo la primera traza de la ciudad), a un costado del convento de la Merced y a unos pasos, la Plaza de la Alhóndiga, últimamente remozada. Por desgracia, la Alonso García Bravo esta ocupada por comercios ambulantes, que venden comidas, películas, cintas y demás menudencias.



El gran mercado de la Merced, cuyo inmuebles principal fue construido en 1953, todavía existe en la calle de Circunvalación; se extendía en otros tiempos sobre las calles y callejones aledaños, ocupando muchos inmuebles como locales o bodegas. En el lugar se pueden adquirir frutas, granos hortalizas, flores, dulces y durante diciembre, todo tipo de arreglos navideños. A partir de la construcción de la Central de Abasto de Iztapalapa, las actividades comerciales se han concentrado a su alrededor, por lo que muchos inmuebles se encuentran ahora desocupados. Esto es más visible en la proximidad de la vía mencionada donde todavía existen algunas bodegas y viejas cantinas, ahora de escasa concurrencia, por el menor número de clientes.



En este barrio, el oficio de comerciante lo han ejercido comunidades procedentes del exterior: españoles, libaneses, judíos y franceses. De éstos, es todavía numerosa la presencia de libaneses y judíos. En muchas de las iglesias de esta parte de la ciudad está muy presente el culto a San Charbel, monje venerado en el Líbano: Balvanera, Santa Inés, Porta coeli y Jesús María, son algunos ejemplos. Las primeras sinagogas que se abrieron en la ciudad estuvieron en la cercanía de la zona: Justo Sierra y Jesús María. Por otro lado, en el pasado hubo tiendas para atender a los clientes judíos como abarrotes, panaderías y aún carnicería para preparar la carne kosher; varios establecimientos de comida libanesa, que aún están en servicio; y las imprescindibles fondas de comida rápida y barata para la gente que trabaja en el barrio. En el caso de algunos libaneses, que han adquirido prestigio con el tiempo, han abierto sucursales en otras partes de la ciudad. Por desgracia, algunos de los expendios cafés y con servicio al público, que estaban en la zona, han desaparecido o se han mudado a otras partes del centro.

Además del oficio del comercio, en este espacio vivían y se educaban sus antiguos ocupantes. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido sólo en lugar de trabajo, ya que la mayoría de la población reside en otros lugares y se trasladan diariamente al barrio para atender sus negocios. El aire cosmopolita del barrio se nota al toparse con judíos que portan su tradicional kipá negro (capelo) y su talit (manta);libaneses o sus descendientes, de tez blanca y ojos claros; los descendientes franceses, originarios del pueblo de Barcelonotte, en los Alpes, se identifican por sus cabellos rubios y ojos claros; y los españoles, por sus gorras y sus acentos peninsulares.

Como parte del rescate del Centro Histórico, se ha recuperado recientemente este barrio, comenzando con el reordenamiento del comercio ambulante, un logro importante si comparamos la situación de anarquía que privaba; la dotación de concreto estampado a sus calles y aceras; nueva iluminación de sus espacios públicos; limpieza y restauración de fachadas, por años en el abandono; ordenamiento de los anuncios comerciales, que ocultaban los frentes de los inmuebles; nuevo arbolado en vía pública; y mayor vigilancia y seguridad para residentes y visitantes. Sin embargo, muchos inmuebles requieren de una restauración mayor en sus interiores abandonados, como es el caso del Seminario Conciliar, donde se está trabajando por ahora en su exterior.

Adicionalmente, subsisten muchos problemas como la prostitución entre las calles de Regina y San Pablo; el comercio ambulante en Alonso García Bravo, que está pendiente de reubicación; el abandono de las plantas superiores de muchos inmuebles, convertidos en bodegas o deshabitados; y el regreso de la población que ha abandonado el barrio. Al morir la actividad comercial, a la caída de la tarde, sólo restan los servicios de limpia y la presencia de pocos pobladores, que a manera de fugaces sombras, se mueven sobre las estrechas aceras del barrio. Esto implicará mayor tiempo en la medida en que los inmuebles con destino habitacional se han reducido notablemente, lo que requerirán la rehabilitación de nuevos espacios para vivienda.


A pesar de que mucho se derrumbó, como resultado de la ignorancia y la demanda de espacio libre, en La Merced se conserva aún, en buena medida, la imagen urbana de un barrio antiguo de la ciudad. De origen cosmopolita, de vínculos estrechos entre las comunidades existentes y de tolerancia y asimilación con los nuevos pobladores, que día con días acuden desde diversos puntos de la ciudad a trabajar en dicho lugar.






1 comentario:

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