sábado, 19 de junio de 2010

Moana: pueblos y culturas del Pacífico


Por Jorge Castañares
Julio 2010

Esta exposición sin tener las multitudes de otras realizadas en el Museo de Antropología, muestra la gran calidad museográfica que hemos podido apreciar en las anteriores.

Al inicio de la exposición, un breve video proporciona una explicación general sobre la localización, origen de los pueblos isleños, modos de vida y lenguas habladas en la extensa región.

Esta se concentra en algunos de los pueblos que habitan las miles de pequeñas islas, islotes y atolones (de origen coralino), que constituyen la llamada Oceanía Lejana. Islas como la Polinesia Francesa, las Marquesas, las Cook, las Marshall, Salomón, Hawai, Vanuato, Nueva Caledonia, Fidji, Kiribati, Nueva Zelanda, Papua Nueva Guínea, Papua Occidental, etcétera. Estas contrastan con las grandes islas vecinas de Australia, del archipiélago indonesio (Sumatra, Borneo) o el filipino (Luzón, Mindanao). Cabe destacar, que algunas son formaciones volcánicas, mientras que otras, son producto del movimiento de las placas tectónicas. En conjunto, este espacio represente algo así como 9 millones de kilómetros cuadrados y aloje una población de más de 30 millones.

Los habitantes de estas islas, provienen en su mayoría de las costas del sur de Asia; en el pasado fueron colonias de alguna potencia: Reino Unido, Alemania, Países Bajos, España, Francia, Japón o más recientemente, los Estados Unidos. En la actualidad, algunas se han independizado pero otras mantienen una estrecha relación con sus antiguos metrópolis como departamentos de ultramar, protectorados o colonias.

Esta muestra se integra bajo varias temáticas: mar, tierra, intercambio, poder, espíritu. Cada una de ellas recibe un nombre particular como Moana que significa mar; Fanuá, que significa tierra; Lau, intercambio; Mana, poder y Atúa, espíritu y mundo sobrenatural. La mayor parte de las piezas provienen del Museo de las Culturas de México y de varios museos estadounidenses: The Field Museum de Chicago, Peabody, Essex de Massachussets y Galería Young de San Francisco.

Para estos pueblos, el mar constituye su medio de vida y de comunicación, vía la navegación, con los demás pobladores de este inmenso archipiélago. La muestra destaca ejemplos de barcazas en pequeña escala, de proas finamente trabajadas, y de los múltiples instrumentos que les permiten practicar la pesca. La tierra es también un medio de sustento, ya que practican la agricultura, tanto en las franjas de terrenos vecinos a la costa, como en las laderas de las montañas. El ñame y el cerdo, una variedad local de jabalí, son los alimentos básicos de su alimentación. Varios instrumentos de uso doméstico, de adorno personal (peinetas), de vestido (esteras y telas de corteza) y de uso decorativo en las casas (apoya cabezas, dinteles y jambas), integran esta parte de la muestra. Los intercambios entre los pobladores de las varias islas están representados por objetos como esteras de fibras vegetales, cinturones, pectorales, proa de canoas, collares de conchas, lienzos de cortezas vegetales, piedras talladas y otros objetos. El trueque es ampliamente practicado. El poder, está representado por abanicos, pectorales, cetros ceremoniales, cuencos labrados, bastones, hachas, lanzadardos y mazos de madera, finamente labrados. La temática espiritual y sobrenatural incluye varias piezas: máscaras policromadas, tablas-espíritu, esculturas funerarias, bultos, atuendos rituales, amuletos, y cráneos. Se destaca en las explicaciones el importante culto de los antepasados, la presencia de fuerzas espirituales positivas y negativas y las ceremonias propiciatorias. Los instrumentos musicales, acompañantes de sus danzas rituales, están representados por tambores, flautas y caracoles. El tatuaje, practicado de manera extensa entre la población, tiene un apartado especial. No hay presencia del hierro, ni una cerámica importante, entre los objetos expuestos. La mayoría de las piezas son de una gran calidad. Algunas de ellas, son objetos que ya no se producen, pero otros son todavía de uso cotidiano.

Al recorrer las salas, podemos constatar que los curadores han hecho una excelente labor, dándole a cada pieza la importancia que reviste, brindando la información necesaria y en general haciendo un discurso museográfico atractivo al público.

Considero como un acierto del INAH el conjunto de exposiciones que nos han ofrecido a lo largo de estos últimos años, las cuales han sido un medio de educar y poner en contacto a un vasto público sobre las grandes civilizaciones y pueblos

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