sábado, 15 de mayo de 2010

Tabasqueños: coleccionistas de nombres

Por Jorge Castañares
Mayo 2010

Los llamativos nombres de pila de los tabasqueños tienen su origen en varias fuentes. Unos tiene una explicación histórica, pero otros son reflejo de un particular gusto local, por coleccionar nombres de las más diversas procedencias.

Durante la década de los veinte y treinta, por ejemplo, los nombres católicos fueron desplazados por iniciativa de los funcionarios públicos de los varios gobiernos presididos por Tomás Garrido Canabal o sus protegidos, como otro medio de mostrar su anticlericalismo militante. Este fue el inicio de un relativo auge de nombres fuera del santoral católico y proveniente de las más variadas fuentes.

Unos tienen un origen bíblico, no por que conozcan a fondo de la Biblia, sino por ser una fuente fácil y abundante de nombres “raros”. Este es la fuente de Adán, Aarón, Moisés, David o Rey David (un escritor está convencido que es más aceptado este último), Jonathan, Abraham, Noé, Betsabé, etcétera

Otros provienen del conocimiento enciclopédico acumulado en áreas como la música, la cultura griega, la historia universal, científicos famosos o de difusas referencias geográficas. En esta fuente abrevaron los progenitores para nombrar a sus vástagos como Beethoven, Sócrates, Diógenes, Amílcar, Aníbal, Arquímedes, Aquiles, Orestes, Ulises, Homero, Druso, Ovidio, Adelor, Arístides, Lisímaco, Arcadio, Atírsipe, Ciro, César, Napoleón, Bolívar, Gutenberg o Darwin. Tengo dudas existenciales sobre la procedencia de Hildo, Darvelio y Orbelin, aunque conozco a los personajes locales con dicho nombre.

Un dato curioso, en materia geográfica, es que estos nombres se adjudican con preferencia al sexo femenino: América, Eritrea, Libia, Australia, Argentina, Armenia, Adelaida, Bolivia, etcétera. Son países o ciudades lejanos, nunca visitados, con culturas distantes y desconocidas. Probablemente, es lo que despierta entre los progenitores el nacimiento de una fémina.

Además, tenemos los nombres identificados con la “Madre Patria”, que podríamos llamar castizos. De esta fuente provienen los Agapito, Ciprián, Candelario, Domingo, Próspero, Florencio, Eleuterio, Cenobio, Celso, Nabor, Regino, Fulgencio, Rubicel, Policarpo, Anacleto, Pío, Leandro, Régulo, Floricel, etcétera. Estos podemos decir que están ya en vías de extinción.

Agreguemos a esta lista, los nombres que denotan la admiración local por algunos personajes del otro lado de la frontera norte, ya sea del ámbito político o de los negocios. Estos rinden homenaje a: Washington, Roosevelt, Franklin o Rockefeller.

En tiempos más actuales, se ha generado una nueva corriente de nombres provenientes de varios ámbitos. Por ejemplo, del creciente contacto con la cultura del consumo estadounidense a través de los llamativos empaques de artículos que se adquieren en las grandes cadenas comerciales. Un caso reciente es el nombre de Reindeer (Reno), tomado de la tapa de un arreglo navideño identificado con este cuadrúpedo. Otro del mundo de los espectáculos, en particular artistas estadounidenses con presencia en nuestro país, como son Jackson, Prince o Jennifer o de las series estadounidenses o de las telenovelas mexicanas.

Adicionalmente, se tienen los nombres que los egoístas progenitores lograron captar en sus esporádicas excursiones en el ámbito noticioso, en particular procedentes de Estados Unidos. En este grupo, podemos anotar a Freedom, Scarlet , Cruise, etcétera

Para concluir, en contraste con otras regiones del país, a los tabasqueños no les gusta prodigar a sus descendientes los nombres de los héroes del panteón prehispánico, lo cual puede ser reflejo de una discriminación racial subconsciente. Son así escasos los Cuauhtémoc, Tizoc, Nezahuacóyotl, Axayácatl, Xóchitl, etcétera

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