viernes, 5 de diciembre de 2025

Nuevos salarios mínimos en México

 

                                                 5 de diciembre de 2025

 

Nuevos salarios mínimos en México

 

No voy a entrar al debate de la existencia del salario mínimo que cuestionan algunos economistas como instrumento de reducción de la desigualdad optando mejor por la vía de los reembolsos fiscales a los salarios. Sin embargo, si voy a cuestionar la posición ideológica de incrementar los salarios mínimos por decreto sin importar el contexto económico de estas alzas.

 

El salario mínimo estuvo muchos años a niveles muy bajos, pero a partir del gobierno precedentes se ha venido incrementando a ritmo acelerado: el pasado 2 de diciembre se dio un nuevo aumento (mayor al esperado del 11%-12%), de 13% para el salario general que lo llevó a 315 pesos diaurios (9, 450 e mensuales) y de 5% en la frontera que lo elevó a 441 pesos diarios. En 2025 el aumento había sido de 12% (el aumento acumlado desde 2019 a la fecha es de 138%). Sin embargo, se pretende seguir aumentándolo para llegar a la meta de 11,899 de pesos mensuales, es decir el costo de dos canastas básicas de acuerdo con la contabilidad del INEGI.

 

Me parece que esta trayectoria más que de carácter económica es política, le reditúa votos al gobierno, en el sentido de que la población se siente favorecido con este tipo de incrementos. Sin embargo, para muchos nos resulta clara que estos aumentos se están registrando sin que de por medio existan condiciones económicas que lo puedan sostener a la larga, ya no digamos mejorar la productividad que es un discurso que le importa muy poco a las actuales autoridades como sucedió ya en las pasadas, quizás porque en su profunda confusión económica les resulta un discurso neoliberal.

 

En primer lugar, la caída de la productividad en el país (bajo producto por trabajador resultado de la adversa combinación de poco capital, uso de tecnologías obsoletas y pobre capacitación) es notoria desde 2020 y fue negativa en el último trimestre de 2024 de acuerdo con las cifras publicadas por el INEGI (un prestigiado analista económico señala que la productividad ha caído 6.6% entre 2017 y 2025); por otro lado la inflación subyacente (que incluye el sector sensible de alimentos además de que condiciona la inflación persistente) según las últimas cifras del Banxico es elevada (4.3%) y la informalidad en vez de atenuarse sigue creciendo: llegó al 55.4% de la población activa en septiembre del presente año (33 millones de personas en este sector una adición de 1.2 millones entre 2019 y 2025) principalmente motivada por mayores costos para las empresas y un consumo que crece a bajo ritmo (no creo en la afirmación que dejan la formalidad porque pueden ganar más en el sector informal trabajando más pero  en condiciones altamente precarias incluyendo la inseguridad laboral de un día se trabaja y otro no)

 

Adicionalmente, el inesperado aumento se da en el marco de un notable estancamiento económico (crecimiento esperado del 0.5% en 2025 y probablemente de apenas 1% en 2026) como resultado de la drástica caída de la inversión fija bruta (según las últimas cifras de INEGI -8.4% a septiembre del presente año), cierre de muchas empresas 25 mil entre octubre de 2025 con respecto al mismo periodo del año procedente) y un ámbito externo preocupante con amenazas de que el T-MEC puede dejarse  a un lado (denunciándolo formalmente que es una vía para terminarlo)  sustituyéndose por acuerdos bilaterales que seguramente van a endurecer las condiciones para México y Canadá según se puede inferir de las protestas de las principales organizaciones empresariales de Estados Unidos.

 

Ante esta situación nada halagadora, el aumento del salario mínimo va a repercutir en el incremento de los costos laborales aunado a aumentos impositivos en el caso de las bebidas azucaradas de amplio consumo y de algunas tarifas públicas, las cuales van a llevar a una mayor inflación que por desgracia se comerá una parte del aumento de los nuevos salarios que se ha decretado (es muy poco probable que la inflación subyacente baje del 4% en 2026 como muchos analistas ya han anticipado en sus estimaciones).

 

Por otro lado, el aumento de los costos laborales combinado con una economía que será difícil que salga el próximo año de su estancamiento va a llevar a una menor posibilidad de crecimiento de los empleos formales laborales (el aumento del salario pega también a las empresas a través de su impacto en el salario medio de cotización del IMSS) que   a octubre han caído en -7.4% con respecto al mismo periodo del año pasado, lo que se reflejará en el consumo y en la captación recaudatoria. Esto, sin duda llevará a que más empresas cierren y que los trabajadores incrementan las filas de la informalidad., en particular las pequeñas y medianas (el 90% de los establecimientos) que ya están sufriendo en la actualidad con tasas de interés elevadas en sus préstamos a pesar de los recientes ajustes a la tasa de referencia de Banxico (a los clientes bancarios se le cobra en función de los riesgos de recuperación del dinero).

  

Finalmente, según lo ha demostrado el análisis de los resultados de la última encuesta sobre los ingresos y gasto de los hogares de INEGI se percibe que el aumento de los salarios mínimos ha repercutido en un mayor ingreso de los hogares (los apoyos sociales parece que se han limitado al decil de los ingresos más bajos), lo que abona a que estos se hayan venido incrementado a lo largo de los últimos años, pero esta vía redistributivo  tiene necesariamente que ajustarse a las condiciones existentes en la economía  estancamiento, caída de la inversión, menor empleo, todo lo cual podría provocar efectos que profundicen la actual delicada situación económica del país (ajena a la nauseante retórica del gobierno de que las cosas marchan bien instalado en el mundo de la postverdad).

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