Octubre
10 de 2025
¿Qué pasará con el T-MEC?
A partir de la reunión en el
primer ministro Mark Carney de Canadá y el presidente Donald Trump el 7 de
octubre pasado podemos dar por hecho que el tratado trilateral, será objeto de
una profunda renegociación por iniciativa de este último, la cual podría
desembocar en un nuevo tratado o bien en tratados bilaterales. Esta, conclusión
es ajena a las versiones expuestas por las autoridades mexicanas desde la
presidenta, el secretario de Relaciones y Exteriores (que habla de
generalidades, ya que no lleva la negociación directamente) y el secretario de
Economía (que por razones políticas siempre pinta todo de colores), que pretenden aparentar que todo está
marchando de acuerdo con lo que pensaron era el guion original, el cual se
centraría en una revisión como la que marca el tratado para 2026.
De la parte estadounidense, el
informe anual que presentó la oficina del representante comercial de Estados
Unidos (USTR) desde abril de este año sobre las violaciones cometidas por parte
de nuestro país al tratado fue una señal de advertencia que las cosas no
marcharían como parte de una revisión normal: se ha dicho repetidamente que los cambios constitucionales y de leyes
secundarias en nuestro país han violado las disposiciones del tratado sobre
acceso a mercado, eliminación de barreras no arancelarias al comercio, autoridades regulatorias independientes del gobierno, transparencia en la normatividad, protección a las inversiones y
competencia económica.
Por desgracia, nuestro país se
enmarcó en una serie de reformas constitucionales y secundarias en materia
energética que privilegian a las empresas públicas (Pemex y CFE), la
desaparición de los órganos administrativos autónomos sustituyéndolos por otros
que dependen del gobierno (directa o
indirectamente) e instrumentando otras disposiciones que caen en el terreno de
lo que se considera como barreras no arancelarias (autorizaciones de COFEPRIS
que retrasan las importaciones de varios productos, procedimientos aduanales
que restringen la ubicación de los agentes en los puertos, restricción al uso
de glisofato en la agricultura, el maíz transgénico, entre otras). Estos
cambios promovidos por el anterior gobierno y avalados por el actual violan el
tratado como se ha mencionado múltiples veces sin que hubiera de parte de las autoridades
ningún reconocimiento de las consecuencias de estas decisiones muchas de ellas
tomadas de manera precipitada. Al justificarlas se envolvieron en el añejo y
gastado discurso de la soberanía nacional y de allí para adelante sin importar
los costos, que es el argumento que ha prevalecido desde el anterior gobierno. Los políticos ya sea por ambición, vanidad o ignorancia cometen muchos equívocos que lleva al fracaso de sus políticas, el problema es que esto se hace extensivo al país.
A partir de la última
comunicación telefónica entre Trump y la presidenta Sheinbaum el pasado
septiembre (celebrada por los cortesanos como un suceso histórico en términos
de comunicación entre presidentes aunque no sabemos cuántas veces Trump ha
tenido conversaciones con los primeros ministros de Canadá, ya sea Trudeau o
Carney) se formuló nuevamente la
existencia de estas barreras no arancelarias y el compromiso del gobierno de su
revisión en un lapso de tres meses que termina el 1º de noviembre, lo cual
evitó que Estados Unidos impusiera nuevos aranceles a una lista de varios
productos fuera del TCMEC, los cuales son objeto de intercambio, pero hasta la fecha no sabemos que se haya hecho realmente
para evitar una nueva reclamación de parte de nuestro vecino del norte (el
representante comercial señaló recientemente que hay mesas de negociación donde
se están tratando sin aclarar si existen avances). Los tres países han iniciado desde septiembre la fase de consultas públicas encaminadas a recibir comentarios sobre una posible revisión del acuerdo en 2016 y posteriomente su ratificación legislativa (dos tercios del Senado en el caso de México donde se toman como tratados y mayoria simple de ambas cámaras en Estados Unidos donde son considerados acuerdos) .
Por otra parte, los Estados
Unidos de manera reiterada han cometido también violaciones al tratado a partir
de la imposición de aranceles por motivos del socorrido argumento de la
seguridad nacional, primero por el tráfico de fentanilo y los migrantes indocumentados
(sólo a Canadá y México) y luego de manera global para proteger a industrias
particulares como el acero, el aluminio, la automotriz y las que probablemente
vengan en la industria farmacéutica, la industria del mueble y los camiones
pesados. Esto, sin dejar de reconocer que, al contrario de otros socios
comerciales, México junto con Canadá ha obtenido un mejor trato frente a otros
países gracias al tratado, ya que los automóviles y las partes con contenido
estadounidense han quedado exentas hasta ahora, aunque esto no forma parte del
tratado y podría desaparecer a voluntad del presidente Trump.
A pesar de que el presidente Trump manifestó en la reunión con el primer ministro de Canadá su indiferencia a la renegociación del tratado o celebración de acuerdos bilaterales, en intervenciones tanto del secretario de Comercio de Estados Unidos (8 de octubre) como del representante comercial (7 de octubre) se ha reiterado el tema de las opciones comerciales que evalúa Estados Unidos. El primero avanzó además otra de las ideas del presidente Trump de buscar una mayor especialización en los flujos comerciales con el propósito de no competir y generar fricciones poniendo de ejemplo el sector automotriz. Esto, que parece muy sencillo, se complicaría enormemente por la segmentación que tiene hoy en particular esta industria. Por otro lado, el representante comercial amenazó que si México no cumple con la normatividad del tratado no tiene sentido una ampliación o revisión agregando que ante la falta de avances su país podría optar por negociar acuerdos bilaterales por separado con México y Canadá (de hecho según The Economist del 11 de octubre Canadá estaría por anunciar acuerdos sectoriales fuera del TCMEC en aluminio, acero y energía dobde existe una fuerte integración con Estados Unidos). La renegociación del tratado, apertura de capítulos específicos o de todo el documento, implicaría activar diversos mecanismos de acuerdo con cada país: en Estados Unidos se requeriría contar con la autorización del Congreso (Trade Promotión Authority) para que el ejecutivo negocie, en México de acuerdo con la Ley Aprobación de Tratados Internacionales se requiere de un informe preliminar al Senado sobre motivaciones y objetivos y en el caso de Canadá, se debe contar con la autorización del gabinete a través de un mandato de negociación. Además, los cambios que se hagan ya sea en Estados Unidos, México o Canadá requerirán de procedimientos de aprobación de acuerdo con la legislación de cada país.
Por lo pronto, el argumento de
la presidenta de que el tratado es ley y que no se toca es muy poco defendible,
ya que el mismo texto del tratado incluye una revisión cada seis años o bien la
denuncia por parte de uno de los socios para separarse del mismo (sin entrar en mayor profundidad hay diferencias jurídicas de entender en el caso de Estados Unidos donde el TCMEC es una ley como muchas otras y México donde el tratado está conforme el ordenamiento jurídico por encima de la Constitución aunque ello no haya sido barrera para aprobrar reformas legales que son contrarias al tratado). En este caso,
habrá que tener muy claro que ante la denuncia cuáles serían las ventajas de
contar con un tratado bilateral que cuando menos nos diera un marco seguro para
comerciar con Estados Unidos que resulta ser el destino de la mayor parte de
nuestro comercio y origen de la mayor parte de la inversión extranjera. En una
negociación bilateral, no está por demás señalar que ante el tamaño de nuestra
economía (más de 15 veces más chica que la de Estados Unidos) y lo concentrado de nuestra relación (más del 80%), el daño mayor por la asimetrías existentes sería para nosotros. Canadá está muy consciente de ello por lo que sin descartar una negociación con Estados Unidos se prepara para explorar otras vías alternas a partir de una diversificación de sus mercados en Europa (Unión Europea), Asia (Acuerdo Transpacífico) y otros países.
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