domingo, 21 de agosto de 2011

México, DF, 19 de agosto de 2011


Francisco I. Madero: caudillo político de la revolución mexicana

Por Jorge Castañares


Años formativos

Todo hacía suponer que Francisco I Madero sería como otro de los muchos miembros de la familia Madero un próspero propietario agrícola del norte del país. Su abuelo Evaristo había fundado un emporio donde había de todo minas propiedades agrícolas, molinos, empresas textiles, bancos, etcéCrtera. Su hijo Francisco, y padre del personaje político, continúo en la misma tradición y se casó con una rica heredera de Monterrey, Mercedes González Treviño

Francisco I. Madero fue el primogénito de esta unión, a la que sucedieron otros14 hijos. Nació el 30 de octubre de 1873 y asesinado el 18 de febrero de 1913, vivió justo 40 años En la biografía de Stanley R Ross, explica que aunque la I correspondía a Ignacio, después de su estadía con los jesuitas nuestro personaje comenzó a usar el nombre de Indalecio. Sin embargo, Enrique Krauze en el libro sobre el político siempre se refiere a la I como de Ignacio.

Su educación correspondió a la que se le ofrecía a las familias acaudaladas de principios del siglo. Estudió sus primeras letras en Parras, Coahuila donde se encontraba la hacienda familiar, la continúo en una escuela administrada por los jesuitas en Saltillo, luego en una escuela católica de Baltimore, en Estados Unidos y posteriormente en Paris, Francia donde permaneció cinco años (1887-1892). Allí estudió en el Liceo de Versalles y en la Escuela de Altos Estudios Comerciales y viajó a varios países europeos.

Durante su estadía en Paris, tuvo sus primeros contactos serios con el movimiento espiritista que sería decisiva en su formación. Leyó la revista Revue Spirite y los libros publicados por Allan Kardec, con cuyas opiniones y las de sus seguidores encontró una clara simpatía. Además, de que comenzó a asistir a varias sesiones espiritistas. Sus amigos espiritistas lo introducirían en el estudio de la religión hindú, que le permitiría interpretar muchos de los actos de su vida política posterior. Leyó con gran entusiasmo el libro Baghavat-Gita, el cual fue objeto de detallados comentarios. El interés por el movimiento espírita lo retomaría años más tarde en su natal Coahuila donde organizó un grupo de estudio y continuó leyendo la obra de destacados representantes del mismo.

Regresó brevemente a México, y luego se inscribió en la Universidad de Berkeley en California donde estudió inglés y se informó de técnicas agrícolas. Comenzó a trabajar las tierras que el padre tenía en la cercanía de San Pedro de las Colonias, donde cultivó nuevas variedades de algodón con un gran éxito. A esta actividad dedicaría 16 años de su vida y la misma le permitiría hacerse de una pequeña fortuna. Nada que tuviera que ver con la política

En sus relaciones con sus trabajadores, Madero mostraría una actitud patriarcal y condescendiente. Buscó la mejora de las familias obreras apoyando la educación de los hijos, contribuyendo a la realización de obras como la creación de un hospital, una escuela comercial y de un comedor público para la población necesitada. A partir de 1896, se interesó por la homeopatía, la cual practicó con entusiasmo y constancia entre sus familiares y trabajadores.

Después de lamentar un repentino rompimiento, se casó con Sara Pérez, hija de un acomodado agricultor del Estado de México, el 26 de enero de 1903, en la Ciudad de México. No hubo frutos de esta unión aunque sí la relación entre ambos fue siempre de gran entendimiento y apoyo mutuo. La esposa le sobreviviría por muchos años, ya que murió en 1952.

Inicios en la política

¿Cuándo entró el interés político en su vida? ¿Fue el espiritismo un factor que lo llevó a esta de alguna manera? Ross afirma que su entrada a la política está estrechamente ligada al espiritismo y menciona una carta que envío a uno de los autores espiritistas con los que estaba en contacto, León Denis, el 26 de junio de 1906, donde le manifestaba a que esperaba entrar a la política “tan pronto como se presentara una oportunidad, ya que era el campo de combate que había elegido para luchar por la causa”. Por otro lado, Krauze menciona que ya desde 1904, Madero comenzó a hacer actividad política primero en las elecciones en su municipio y luego, en 1905 en las de gobernador de su estado natal llevado por presuntas orientaciones espiritas que recibía de parte de un hermano menor, Raúl, que había muerto trágicamente y posteriormente de otros personajes.

Fue la mencionada elección local de gobernador de Coahuila en 1905 donde Madero tuvo, por primera vez una participación destacada en la política, ya que se opuso a una nueva imposición del General Díaz en la persona del gobernador en turno, Miguel Cárdenas y protegió a los perseguidos por órdenes de las autoridades locales. Este resultado político lo llevó a reafirmar la necesidad de proseguir en la lucha aunque de manera pacífica, ya que descartó la vía violenta como nociva para el bienestar del país. Hizo contacto y apoyó con diversos medios a varios personajes que cuestionaban el régimen porfirista.

A partir de esta experiencia, de sus contactos y de la interpretación de los movimientos del gobierno de Díaz, Madero comenzaría a redactar el libro que contendría su ideario político y su programa de lucha contra el largo gobierno del general presidente: La sucesión presidencial de 1910. Este sería publicado hasta el mes de marzo de 1909, después de ser autorizado por el padre de Madero. El libro se dedicó a los héroes, al periodismo independiente y a los mexicanos que conservaban el amor a la patria. El libro, como afirma Krauze contiene un diagnóstico y la receta para curarla. El mal era el militarismo y el absolutismo, ambos se asociaban al general Díaz. El remedio era restaurar las prácticas democráticas, ya señaladas desde la Constitución de 1857. Esto demandaba organizar un partido político democrático para la siguiente elección bajo los principios del sufragio efectivo y la no reelección. La publicación del libro puso a Madero a la vista de todos y lo llevó a encabezar la principal corriente de oposición al gobierno de Díaz.


Enfrentamiento con el viejo régimen

A partir de ese momento, Madero puso todo su optimismo, talento y capacidad, a través de la creación de un partido que se llamó Centro Antirreleccionista, y de un periódico del mismo nombre, para organizar un verdadero movimiento de oposición a nivel nacional. Acompañado de algunos simpatizantes realizó giras por todo el país, donde a pesar de las actitudes intimidantes de las autoridades pudo entrar en contacto con la población local que escuchó directamente los motivos de su oposición al viejo régimen. Madero y el doctor Francisco Vázquez Gómez, se comenzaron a mencionar como los candidatos más viables a las próximas elecciones presidenciales. En marzo de 1910, publicó su folleto El Partido Nacional Antirreleccionista y la próxima lucha electoral, donde exponía su programa y líneas de acción. La convención del 15 de abril lo aclamó como su candidato a la presidencia y al doctor Vázquez a la vicepresidencia. El gobierno buscó frenar a Madero a través de diversos medios incluso el encarcelamiento. Las elecciones se celebraron en medio de las consabidas irregularidades y el 4 de octubre, Díaz y Corral fueron declarados nuevamente vencederos.

Ante la imposición no quedaba más que la vía de la revuelta, la cual había sido repetidamente aplazada y reconsiderada. El Plan de San Luis Potosí sería el documento que la justificará: se fijó su fecha de inicio el 20 de noviembre de 1910.La tragedia de los hermanos Serdán en Puebla, el 18, sería el preámbulo de varios incidentes menores en otros estados, que mostraron una pobre organización de los alzados y llevaron a su rápido control por parte de las fuerzas federales. El desánimo fue extendido entre los principales cabezas de la revuelta, algunos de ellos se exiliaron en varias ciudades estadounidenses: Madero estuvo en Nuevo Orleáns donde tuvo la oportunidad de hacer nuevas lecturas a viejos textos que lo reanimaron a continuar en la acción. Sin embargo, la mecha no se había apagado totalmente y se reavivó en Chihuahua donde Pascual Orozco y Francisco Villa eran las cabezas más visibles. Madero cruzó la frontera, el 14 de febrero de 1911, para unirse a las fuerzas rebeldes y participó de manera valerosa en varias de los enfrentamientos que se sucedieron posteriormente, culminando en el ataque del 8 de mayo a Ciudad Juárez y la rendición del jefe de las fuerzas federales. Este hecho marcó la caída definitiva del régimen de Díaz y llevó a una negociación entre ambos bandos sobre el nuevo gobierno.

La transición pactada

Los tratados de Ciudad Juárez contenían la aplazada renuncia de Porfirio Díaz, el cual dejó el país el 30 de mayo de 1911, el nombramiento como presidente interino de Francisco León de la Barra, Secretario de Relaciones Exteriores y la convocatoria a próximas elecciones en todo el país. Este periodo, que inició con el ingreso triunfal de Madero el 7 de junio a la Ciudad de México, confirmó sus dotes de conciliador, interviniendo ante el Presidente León de la Barra para lograr un acuerdo con Emiliano Zapata a pesar de las reticencias del gobernante aliado con el ejército federal, la lealtad a los compromisos contraídos al licenciar a las tropas revolucionarias, quizás un grave error, pero que calmó momentáneamente las protestas de los grupos conservadores y el logró de acuerdos con los gobiernos locales en manos de muchos porfiristas de mantener una actitud neutral ante las próximas elecciones, que también puede haber sido adverso al restarle apoyo popular. En opinión de algunos autores el interinato de León de la Barra (5 meses y diez días) le resto méritos a Madero, ya que las decisiones del presidente provisional no siempre fueron acordes a los intereses de los seguidores del caudillo, no resolvieron muchos de los problemas en materia de inseguridad en el medio rural, el zapatismo se fortaleció ante el cercamiento del ejército federal ordenada por el gobierno que pretendía del desarme inmediato de los combatientes (Madero buscó directamente a Zapata, se opuso a la intervención ejército y de alguna manera ello causó un distanciamiento del presidente interino) y los trabajadores recurrieron con mayor libertad a la huelga para defender sus derechos. Sin embargo, el interinato permitió la organización de elecciones del 1 al 15 de octubre, consideradas “las más limpias, entusiastas y democráticas en la historia del país”. El recién formado Partido Progresista Constitucionalista (nuevo nombre del Antirreleccionista) llevaría como candidato a la presidencia a Francisco I. Madero y como vicepresidente a José María Pino Suárez, propuesto por el hermano Gustavo después de las diferencias surgidas con los hermanos Vázquez Gómez. El 2 de noviembre se hizo la declaración formal del amplio triunfo de la mancuerna Madero-Pino Suárez.

El triunfo y la toma del poder

El 6 de noviembre de 1911, el gobierno presidido por Madero (de 38 años) y Pino Suárez (de 42 años) prestó juramente ante el Congreso en un contexto donde muchos de los problemas nacionales estaban sin resolverse descontento campesino y laboral, amenazas de rebeliones, divisiones entre el grupo maderista, desconfianza de los empresarios, críticas de la clase política desde el Senado y la Cámara de Diputados y creciente hostilidad de la prensa que buscaba minar su prestigio y autoridad.

El breve gobierno de Madero (su renuncia al cargo fue el 19 de febrero de 1913, con lo cual habría gobernado sólo 15 meses) tuvo logros en materia de avanzar en las primeras medidas para hacer frente al problema agrario y laboral; en priorizar el gasto en educación; un programa de obras públicas para restituir la maltrecha red de comunicaciones; realizó elecciones limpias para el Congreso, hubo respeto a la división de poderes y al federalismo. Sin embargo, no hubo acuerdo con los zapatistas que se negaron a reconocer a Madero y aunque se sofocaron con éxito, se dieron los levantamientos del general Bernardo Reyes, fácilmente controlado, de Félix Díaz en Veracruz, que requirió desplazamiento de una mayor fuerza, y el más serio de todos, el organizado por Emilio Vázquez Gómez y Pascual Orozco, en Chihuahua, que significó la derrota del mismo Secretario de Guerra González Salas (se suicidó después) y el envío de un importante contingente del ejército encabezado por el futuro traidor Huerta. Por otro lado, el represente estadounidense el embajador Henry Lane Wilson pasó de una actitud favorable al triunfo Madero a una creciente antipatía y abierta desconfianza al nuevo gobierno, quizás como resultado de que Madero no lo buscó para consultarle sus decisiones como lo esperaba o como consecuencia de las marcadas diferencias entre sus personalidades.

En el mensaje al Congreso de la Unión de septiembre de 1912, pudo como pocos otros gobernantes en la historia del país, mostrar la congruencia entre su programa y el gobierno que había ejercido a partir de su llegada a la presidencia de la república.: (..) el Ejecutivo Federal (..) ha respetado la ley, a cuyo amparo ha puesto aun los derechos de sus propios enemigos (...) los más señudos enemigos de la Revolución, los que la combaten en el campo de la política, deben confesar que gracias a ese movimiento que hoy condenan, pueden ejercer derechos consagrados por la Constitución que en épocas anteriores rara vez podían ejercitarse.” (Citado por E. Krauze)


La traición y muerte

El clima adverso que se fue conformando en torno al gobierno de Madero tuvo su funesta conclusión en la llamada Decena Trágica. Estos momentos fueron relatados de manera magistral por el embajador de Cuba en México Manuel Márquez Sterling en su libro Los últimos días del Presidente Madero.

El 9 de febrero de 1913, los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz detenidos en la prisión de Santiago Tlatelolco y en la Penitenciaria de Lecumberri fueron liberados por Manuel Mondragón para encabezar una nueva revuelta contra el régimen de Madero, pero la falta de apoyo los frenó en sus aviesos propósitos. El General Reyes muere frente a las puertas del Palacio Nacional abatido por tropas fieles al Presidente Madero mientras que Félix Díaz se atrinchera en la Ciudadela, depósito de pertrechos militares, con el general Manuel Mondragón. El Presidente Madero se entera de la intentona y se desplaza del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional, escoltado por algunos miembros del Colegio Militar, en la posteriormente llamada Marcha de la Lealtad y desde allí obtiene el apoyo de varios jefes militares. En una decisión controvertida nombra a Victoriano Huerta, Comandante militar de la plaza, ante la incapacidad del general Lauro Villar herido en los enfrentamientos. El militar había tenido sus diferencias con Madero tanto en Morelos, cuando atacó algunas poblaciones en manos de los zapatistas como en el incidente de Chihuahua donde Francisco Villa fue rescatado del inminente fusilamiento al que lo había condenado Huerta por órdenes presidenciales. El Presidente Madero mostraba confianza y arrojo con la seguridad de que la revuelta sería prontamente frenada: se desplazó secretamente a Cuernavaca para conferenciar con el general Felipe Ángeles, quien le brindó una vez más su apoyo y el respaldo de un numeroso contingente de tropa.

A partir de este momento, en el relato de Márquez Sterling se suceden cruces de fuego entre las fuerzas leales al gobierno y los atrincherados aunque sin una evidente voluntad de que los primeros buscaran el control definitivo de los segundos mientras que aumentan los daños materiales, las víctimas inocentes y las críticas de la prensa sobre el manejo de la situación. Este es el lapso que aprovechó el embajador Wilson para negociar con Félix Díaz y Manuel Mondragón y promover la traición de Huerta, y de Aureliano Blanquet, que acudió con un contingente de hombres desde Toluca, aparentemente para apoyar al Presidente Madero, pero que se sumó a la traición. La embajada estadounidense se convirtió en el centro de la conjura contra el gobierno legítimo de Madero.

El Presidente Madero fue detenido por el traidor Blanquet en Palacio Nacional el 18 de febrero, desde donde coordinaba las acciones con el apoyo de algunos miembros de su gabinete y de militares fieles al gobierno legítimo. Fue quizás en palabras de Márquez Sterling”...el momento en que la Providencia abandonó a Madero, acaso para reafirmar en el martirio su apostolado”. Esa noche en la embajada los principales actores de la traición reunidos en torno al embajador estadounidense pactaron las condiciones del nuevo gobierno espurio: el desconocimiento del gobierno legitimo, la transmisión del poder al traidor Huerta, la integración del gabinete y su conocimiento de ello a las representaciones extranjeras.

Pedro Lascuráin, el Secretario de Relaciones Exteriores, fue el intermediario entre Madero y traidor Huerta en la negociación de los términos de la renuncia justificada bajo el argumento de evitar un baño de sangre y mayores riesgos a la vida de los detenidos y sus familiares. Fue quizás como señala Krauze su primera y última flaqueza de hombre, no de apóstol. Lascuráin asumiría por sólo algunos minutos el cargo presidencial, justo para nombrar al traidor Huerta Secretario de Gobernación y posteriormente, que el Congreso aceptara su juramento como presidente provisional.

A la Intendencia del Palacio, donde se encontraban detenidos Madero, Pino Suárez y Felipe Ángeles, acudió la noche del 21 de febrero el embajador cubano Márquez Sterling para garantizar su seguridad y en espera del cumplimiento del acuerdo con los traidores de que serían traslados en un tren hacia Veracruz y embarcado en un buque de la armada cubana. Allí Madero, en una actitud de desánimo ajena a su tradicional optimismo, le confiesa no haber sabido sostenerse y cometido graves errores, pero que ya es tarde. La orden de Huerta nunca llegó. Madero aceptó finalmente con resignación que había sido engañado nuevamente por el traidor y que no saldría vivo del Palacio Nacional.

La noche del 22 de febrero, después de que los principales autores de la traición, Huerta y Félix Díaz habían acudido a una recepción en la embajada estadounidense en memoria de George Washington, Madero y Pino Suárez fueron despertados y conminados a partir a la Penitenciaría de Lecumberri. Madero se despidió con un abrazo de Felipe Ángeles mientras que Pino Suárez, cuando advirtió que no lo había hecho, lo hizo cuando ya estaba fuera de la habitación. Sus captores habían ya decidido su trágico fin a manos de militares sanguinarios. Márquez Sterling en sus memorias señalaría la “audacia de Huerta de beber champaña a las ocho... y las once verter la sangre de Madero y Pino Suárez...”. La versión oficial fue la aplicación de la ley fuga a los dos prisioneros que aprovechando un enfrentamiento entre sus custodios y simpatizantes intentaban escapar. Por supuesto, que nadie creyó esta versión del asesinato cometido por órdenes de los traidores.



Bibliografía:

Enrique Krauze, Francisco. I. Madero, Místico de la Libertad, FCE, 1987


Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidente Madero, Colección Sepan cuantos, Editorial Porrúa, Primera Edición en Cuba, 1917


Stanley R. Ross, Madero, Editorial Grijalvo, 1959





















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