viernes, 7 de mayo de 2010

Relación económica entre México y Estados Unidos

Algunos elementos a considerar en la relación económica entre México y Estados Unidos durante el nuevo siglo.

Por Jorge Castañares
Mayo de 2010

Durante estos últimos años, la relación económica entre México y los Estados Unidos se ha hecho más estrecha como resultado de la evolución de las economías como del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, en periodos de crisis como la de 1994 y la más reciente de 2008, la relación ha mostrado también la dependencia y vulnerabilidad de nuestro país.

La importancia de nuestra relación económica con Estados Unidos pude resumirse en algunos aspectos:


La relación comercial con Estados Unidos es hoy más fuerte que nunca con más del 80% del comercio con dicho país.

México, vende una parte importante de su petróleo a Estados Unidos, con lo cual cubre alrededor del 12% de sus necesidades energéticas.

Más del 50% de la inversión extranjera directa y la mayor parte de la inversión de cartera se realiza por inversionistas estadounidenses.

La deuda externa tanto pública como privada se contrata en los mercados de dicho país.

La aceptación del TLCAN, por amplios círculos oficiales y privados, fue en los hechos, el reconocimiento de la estrecha vinculación entre las dos economías y la necesidad de contar con un instrumento para solucionar de manera adecuado los conflictos que se presentan en una relación tan amplia y estrecha. El contar con este instrumento fortaleció la capacidad de negociación del país en algunos temas.

Ambas crisis, la de 1994 y la más reciente del 2008, demuestra que el TLCAN nos las evita, ni disminuye sus efectos nocivos. Por el contrario, puede agudizarlos con la caída de nuestro principal destino comercial, fuente de inversión externa directa y de deuda.


Además, se debe reconocer que las relaciones entre ambos países involucran aspectos adicionales, que no están incluidos en el TLCAN como es el caso de los flujos de trabajadores, el lavado de dinero, transporte aéreo, marítimo, etcétera. Esta negociación será necesaria llevarla a cabo en algún momento, ya que es una fuente de creciente tensión en la relación.

En este sentido, habría que considerar, que una relación comercial como la que actualmente se tiene con Estados Unidos, podría ser atenuada a través del pleno aprovechamiento de los acuerdos de libre comercio que se han establecido de manera bilateral y multilateral. Este puede ser el caso para el acuerdo comercial con la Unión Europea y Japón.


En el marco del TLCAN se han dado procesos de integración intraempresarial significativos, como ha sucedido en el caso de la industria automotriz, lo cual ha favorecido la expansión de la industria manufacturera, la actividad exportadora y un mejor equilibrio de nuestra balanza de divisas.

Adicionalmente, después de la experiencia de 1994, la política cambiaria ha sido más activa para frenar los movimientos de sobrevaluación cambiaria o de depreciación, con efectos nocivos sobre la competitividad de nuestra economía, el comportamiento comercial y el saldo de divisas.

La búsqueda de nuevas fuentes de capital del exterior, que disminuya la dependencia del capital estadounidense es saludable por dos motivos: en primer, lugar, como muchos estudios lo revelan el flujo de la inversión extranjera directa (IED), depende no sólo de lo que pase en los países huéspedes, sino también en los países proveedores. Esta ha sido una de las experiencias negativas que nos ha dejado la crisis de 2008. En segundo lugar, el patrón de comercio de las empresas extranjeras, sobretodo, de las manufacturas, se caracteriza por un coeficiente de importaciones superior a las exportaciones, que influye de manera determinante en el comercio exterior. Esto hace que existan mayores necesidades de divisas para financiar dicho comercio. Por ello, es conveniente diversificar las fuentes de inversión extranjera directa. El TLCAN, sin duda, ha sido un atractivo para que más empresas europeas y de otros países, consideren a nuestro país como un destino de acceso al mercado de América del Norte.

La dependencia de nuestro país de los mercados de capital estadounidense se ha acentuado. Esto se hizo evidente, tanto en la crisis de 1994, ante la urgencia de financiamiento que tuvo el país, como en la más reciente de 2008, con el estallido de la propia crisis financiera estadounidense, la que frenó de manera notable la capacidad de captación de recursos externos por parte de la empresa privada. Esto hace también imperativo una mayor diversificación de las fuentes de capital para la economía mexicana.

En el ámbito de la investigación y el desarrollo tecnológico, el país puede avanzar en varios aspectos que favorezcan mejores condiciones para su desarrollo. Entre estas destacan la necesidad de elevar el gasto público y privado en dichas tareas, como proporción del PNB, reconsiderar el sistema fiscal vigente como forma de influir en las decisiones tecnológicas, vincular la ciencia y la tecnología a los sectores productivos, apoyar el área de investigación de ciencias básicas dada la rentabilidad de estas inversiones en términos de avances tecnológicos, programa de arraigo de investigadores, de intercambio y un mejor aprovechamiento de la cooperación técnica.

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