México, DF, 4 de agosto de 2014
Breve nota
sobre la biografía de Miguel Hidalgo escrita por Carlos Herrejón Peredo
Desde los
tiempos de la escuela, no había leído sobre la vida de Miguel Hidalgo, por lo que me llamó la atención la
reciente biografía escrita por un historiador, hasta cierto punto desconocido por el gran público, Carlos Herrejón
Peredo. Los elogiosos comentarios de
Enrique Krauze sobre la obra me fueron también una referencia importante
para iniciar su lectura
La obra está
muy bien documentada, objetiva y se apoya en las fuentes de investigación más reciente
sobre la vida del personaje.
La lectura
me reveló aspectos novedosos del
personaje: un hombre lejos de la ancianidad que proyectan algunos de sus
retratos posteriores ( tenía 57 años
cuando se lanzó a la luchay 58 cuando fue fusilado), era todo lo contrario a la imagen del cura
tradicional del pueblo, ya que era un hombre
de elevada preparación (catedrático de teología y rector del Colegio de
San Nicolás); amante de la música, de la lectura y del teatro (fue traductor de
Moliere y lo llevó a escena en varias ocasiones, en particular El Tartufo, la
obra que más le gustaba) y discrepó de
dogmas teologales, lo que le valió que fuera denun ciado ante la Inquisición.
En parelelo fue
un hombre sujeto a pasiones, como el juego, las tertulias, y poco cuidadoso de
sus finanzas personales, ya que siempre vivía endeudado, tanto por las empresas
que acometía con otros familiares como por el gasto que implicaba algunos de sus pasatiempos. Se le atribuyen
varios amoríos incluso hijos, pero ninguno está lo suficientemente investigado.
Su carácter
se movería entre lo apacible y lo temperamental; era un hombre social y
sensible a la desigualdad que lo rodeaba. Le molestaba los privilegios de los
españoles frente a los criollos y mestizos.
Sus
relaciones fueron estrechas con algunos de los personajes a los que enfrentaría
al inicio de su rebelión, en particular el obispo Abad Queipo, quien lo
defendió y apoyó en varias ocasiones y el intendente José Antonio Riaño, quien
murió en el asalto a la Alhóndiga de Granaditas
Fue cura en
varios lugares Colima, San Felipe y finalmente, Dolores en Guanajuato. Sus
necesidaces de recursos, lo llevaron a tales desempeños, ya que los curatos
disponían de ingresos importantes. En Dolores sucedió al hermano Joaquín al
frente del mismo. Sin embargo, dada su temperamento, llevó a cabo varias
actividades paralelas como fue la producción de seda, el teñido de pieles y la
siembra de la vid. Estas tampoco le permitieron mejorar su situación económica.
En Dolores
vecino a San Miguel se relacionaría con varios de los futuros compañeros de
lucha, en particular con Ignacio Allende, militar y aficionado a los toros, con
los Aldama y con la familia del Corregidor de Querétaro, cuya emprendedora
esposa fue Josefa Ortíz de Domínguez.
La revuelta
encabezada por los peninsulares de la capital y que llevó a la destitución del Virrey Iturrigaray, lo
indignó y probablemente apresuró sus planes para organizar su propio pronuciamiento
En las
proclamas que justifican el pronunciamiento de Hidalgo y aliados llama la
atención que el enemigo sea en un momento los gachupines, en otro los franceses
que están ocupando España y tienen prisionero al rey y finalmente, los ingleses
que luchan contra los franceses, los cuales pueden convertirse en nuevos amos
en caso de derrotar a los franceses.
También llama
la atención, como lo anota el autor, que el discurso de Hidalgo desde el inicio
fue a favor de la independencia, la
creación de una junta soberana y en pocas ocasiones se refirió al monarca
español, en cautiverio, como representante del nuevo poder que se pretendía
instaurar.
Desde los
primeros tiempos de la lucha, se nota la rivalidad entre Hidalgo y los jefes
militares, Allende y Aldama, que pretenden desplazarlo por diferencias en
cuanto a las acciones militares; sucede en Guanajuato, en el avance hacia la
capital y lleva al distanciamiento después de la batalla de Aculco, donde
Hidalgo se separa para dirigirse a Valladolid y Allende a Guanajuato.
En la opinión
de muchos autores, la decisión de no avanzar sobre la ciudad de México, fue un
error atribuido a Hidalgo, y que alargó la lucha por la independencia.Sin
embargo, la decisión se fundamenta en varias consideraciones de peso: la falta
de pertrechos militares, se habían consumido en la batalla, la incertidumbre
sobre la simpatías que tenía el movimiento en la capital del Virreinato y la
cercanía de las fuerzas realistas al mando de Félix María Calleja y de Manuel
Flon
A pesar de
cercanía con el pueblo llano, en Dolores daba misa en una pequeña capilla,
localizada en las afueras de la villa, no en la parroquia, no era ajeno a darse
tratamientos especiales; se hizo llamar
generalísimo de las américas y a partir de Guadalajara su alteza serenísima. En
este mismo lugar, se hizo acompañar de una pequeña orquesta de cámara, de la
cual estaba pendiente de sus vestiduras.
Muchos han
criticado las ejecuciones ordenadas o
toleradas por Hidalgo contra los españoles, tanto en Valladolid como en
Guadalajara y en otras poblaciones, de las cuales existen recuentos precisos de
cifras y documentos que lo confirman. Las detenciones les permitían
confiscarles sus bienes, intercambiarlos por prisioneros insurgentes o
disuadirlo a apoyar a las fuerzas
realistas. A estas motivaciones se podían agregar el resentimiento de los
criollos al desplazamiento que habían sufrido durante largos años en todo tipo
de ocupaciones por los españoles aunque el cura Hidalgo, en lo personal, no
parece haber sido directamente afectado por una
situación discriminadora.
En Valladolid,
Hidalgo recompondrá sus fuerzas, comenzará a organizar un gobierno en dicha
provincia y se preparará para continuar su avance sobre Guadalajara, la cual
será ocupada.
Hidalgo y
Allende dejando atrás sus diferencias,
se arreglarán nuevamente para combatir por la independencia.
La batalla de
Puente de Calderón, librada entre los insurgentes y el ejército realista,
encabezado por Féliz María Calleja, terminó en derrota para los primeros y en
el consenso de los otros cabecillas Allende, Aldama y Jiménez para desplazar a
Hidalgo del control militar. Restó sólo
como la cabeza política.
Las fuerzas
insurgentes comenzaran su largo desplazamiento hacia el norte del país con la esperanza de recibir el apoyo de los
anglosajones.Sin embargo, la traición
los soprendería en Coahuila, donde serían arrestados y llevados a prisión.
La guerra por
la independencia había durado seis meses y unos días: las batallas más
importantes se dieron en la toma de la Alhóndiga, en el Cerro de las Cruces,
Aculco y Puente de Calderón. Faltarían muchos años más para concluirla.
El juicio contra Hidalgo se llevaría a cabo en Chihuahua y concluiría
con su sentencia a muerte. En este lapso,
Hidalgo sería autor de dos documentos relevantes: uno que algunos lo
consideran una retractación, pero que para muchos es un reconocimiento de
excesos cometidos, un exhorto al camino de la paz, pero su contenido no es
contrario al movimiento independentista.El otro es la defensa frente a las acusaciones de la Inquisición que
muestran la formación teológica del inculpado, las cuales partian de denuncias
de otros miembros de la comunidad religiosa: los castigos de Dios, el infierno,
la santidad de algunos papas, el dogma de la virgen, la fornicación como
pecado, y frente a la acusación de hipocrecía, reclama el derecho del
pueblo a rebelarse contra el tirano.
En sus
últimas horas destaca la templanza de Hidalgo, en el momento en que es
degradado de su envestidura religiosa,
su comunicación a través de la oración con Dios, su agradecimiento en
estrofas a sus carceleros y el perdón a los soldados que lo fusilaron. Le
tuvieron que dar, según testimonios, un tiro directo al corazón, ya que las
rondas de descargas no lograron quitarle la vida.
El recuento
histórico, nos dibuja a un ser singular en todos los aspectos, lo cual realza
la figura histórica del personaje.
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